FAJARDO. Los de Murcia.
LINAJE EN OBRAS. PRONTO CONTINUAREMOS.
Armas: Así las describe Lope de Vega en su comedia “El primer Fajardo”: «Yo tengo en campo de oro, tres matas de espigas verdes. Siete hojas de cada mata, hace el blasón mi solar, sobre tres rocas del mar con ondas de azul y plata».
Etimología: La leyenda refiere que Pedro Yáñez Gallego (ver apartado VII) adquirió el sobrenombre de Fajardo o Faxardo por haber vencido en desafío a un moro, en lucha de brazos, que llamaban entonces fajar y se pronunciaba fajiardo. Salazar y Castro manifiesta «que le llamaron Fajardo los moros por la palabra Faxchard, que vale tanto como cerro fuerte». Lo mismo dice José Manuel Trelles.
Nota: El texto de los apartados I a V (en negro) y 1 al XII (en rojo) que siguen, ha sido tomado de la obra de García Carraffa. A partir de ahí, en el texto ya incluido y en el que próximamente irá agregando, he utilizado estas fuentes: “Los Tres Vélez”, de Gregorio Marañón. D. de la Válgoma en “Los Saavedra y los Fajardo de Murcia. S. A. Tapia en “Vélez Blanco”. Lope de Vega en “El primer Fajardo”: Torres Fontes: “Don Pedro Fajardo”. “Armas, limpieza de sangre… en Murcia”, de Manuel Pérez García.
Según antiguas crónicas y opinión de autorizados genealogistas, la ascendencia directa de los Fajardos es así:
I. El Rey Don Fruela I tuvo, fuera de matrimonio, entre otros hijos, a II. El Conde don Ramón Romaes, llamado también en algunas crónicas Veremundo o Bermudo, que fue padre de 1.- El Conde Rodrigo Romaes, que sigue; y 2.- Juana Romaes, mujer del Conde Mendo de Rausona (que era hermano de Desiderio, último Rey Longobardo de Italia), con numerosa sucesión. III. El Conde Rodrigo Romaes tuvo por hijo IV. El Conde Ramón Romaes, segundo del nombre y padre de V. El Conde Ramón Romaes, tercero del nombre, Conde de Monterroso, que contrajo matrimonio con doña Milia, Infanta de Inglaterra. Estos esposos residieron en el reino de Galicia, fundando casa en la villa de Santa Marta de Orti-gueira (Coruña), en cuya iglesia de Santa María se hallan sepultados.
Se interrumpe aquí la filiación iniciada, haciendo los autores memoria de un descendiente de los Condes de Monterroso llamado:
I. Suer Gallego, padre de
II. Pedro Gallego, que procreó a
III. Suer Pérez Gallego, que casó con doña Juana Ron (llamada por algún genealogista doña Toda Alvarez Ron), hija de la ilustre casa de su apellido, naciendo de este enlace
IV. Diego Pérez Gallego, caballero de Galicia e hijo de la citada casa solar de Santa Marta de Ortigueira, que casó con doña Estefanía de Bahamón y fueron padres de
V. Suer Díaz Gallego, marido de doña Inés García de Sanabria, a la que hizo madre de
VI. Pedro García Gallego, Señor de Santa Marta de Ortigueira, que casó con doña Teresa Núñez Maldonado (hija de Ñuño Pérez Maldonado y de doña Aldára Fernández Chuchurrano), y tuvieron por hijos a 1.- Juan Gallego, muerto en Italia, en la batalla que el Infante Don Enrique de Castilla, hermano del Rey Don Alfonso X el Sabio, dio contra Carlos de Anjou, Rey de Sicilia, en 1268. De su matrimonio con doña María Tenorio dejó un hijo llamado 1.1.- Pedro Yáñez Gallego, que sigue la línea en VII.
2.- Fernán Pérez Gallego, Maestre de Alcántara en 1292. 3.- Esteban Pérez Gallego. 4.- Inés Pérez Gallego, mujer de Periáñez Redondo. 5.- Mayor Pérez Gallego, mujer de Fernando Arias de Mena. 6.- Teresa Pérez Gallego, que casó dos veces; la primera con Pero Fernández de Valverde, y la segunda con Gonzalo López de Ribera; y 7.- Estefanía Pérez Gallego, mujer de Adán Fernández (descendiente del Conde D. Pedro Fernández de Trava, Señor de Trastamara), y ambos padres de 7.1.- Gonzalo Pérez Gallego, décimo Maestre de Alcántara.
VII.- Pedro Yáñez Gallego (mencionado en el nº 1.1 del apartado anterior), llamado también Pedro García Gallego, Señor de Santa Marta de Ortigueira, se quedó de cuatro años de edad en Galicia y fue el primero que adquirió el sobrenombre de Fajardo o Faxardo, convertido después en apellido en sus descendientes. La leyenda refiere que el citado Pedro adquirió dicho sobrenombre por haber vencido en desafío a un moro, en lucha de brazos, que llamaban entonces fajar y se pronunciaba fajiardo. Salazar y Castro manifiesta «que le llamaron Fajardo los moros por la palabra Faxchard, que vale tanto como cerro fuerte». Lo mismo dice José Manuel Trelles. Crióse el repetido caballero con su tío Fernán Pérez Gallego, Maestre de Alcántara, citado anteriormente, y contrajo matrimonio con doña Blanca de Aldana (Trelles apellida Maldonado a esta señora y dice que era hija de Arias Pérez Maldonado), naciendo de esa unión
VIII. Juan Pérez Fajardo (algunos autores le apellida Álvarez Fajardo), que siguió el partido de Don Enrique II, en las guerras que tuvo con su hermano Don Pedro I el Cruel y, muerto éste en Montiel, pasó a Murcia con el Conde de Carrión para tomar posesión de aquel reino por el citado Rey Don Enrique, haciendo en dicha región su asiento y creando casa en Murcia. En premio de sus servicios le fue dado el señorío de Lebrilla, pero continuó radicando en Murcia. Estuvo casado con doña Isabel Mesía (hija de Fernán Mesía, Señor de la Guardia), en la que procreó a
IX.- Alfonso Yáñez Fajardo I, primer Adelantado de Murcia, desde 1387, reinando Enrique III. Casó dos veces: con Doña Mencía López de Ayala y con Doña Teresa Rodríguez de Avilés (hija de Rodrigo Rodríguez de Avilés, señor de Santiago Quebrado, y de su esposa Beatriz Fernández Pacheco). Fue, como todos los señores de su tiempo, “gran guerreador con los moros y con quien, sin ser moro, se le pusiera por delante”. Murió en 1396. Del primer enlace fueron hijos
1.- Pedro López Fajardo, Comendador de Caravaca y Trece de la Orden de Santiago, que casó con doña N. del Lago (Don Francisco Cascales atribuye a este Pedro López Fajardo otro casamiento con doña Constanza de Figueroa, y dice que de estos esposos descendieron algunos Fajardo de Murcia). Pedro y N. del Lago fueron padres de: 1.1.- Alonso Fajardo, Señor de Alhama, Caravaca y Letur, que contrajo matrimonio con doña María Piñeiro, a la que hizo madre de: 1.1.1.- Aldonza Fajardo, mujer de Garci Fernández Manrique, Señor de las Amayuelas, Corregidor de Córdoba y del Consejo de los Reyes Católicos. Celebróse este matrimonio en Caravaca, el 13 de Febrero de 1451. 1.1.2.- Gómez Fajardo, Comendador de Socobos en la Orden de Santiago. 1.1.3.- Martín Fernández Fajardo, Señor de Montealegre, de cuya descendencia se tratará en la Rama Señores de Montealegre. 4.- Pedro Fajardo, Señor de Caravaca. 5.- Constanza Fajardo.
2.- Juan Alonso Fajardo, segundo Señor de Alhama y de Molina, y padre de 1.2.1.- Alonso Fajardo, tercer Señor de Alhama, cuyo señorío perdió, padre de 1.2.1.1.- Mosén Diego Fajardo (según el testimonio del ilustre genealogista Luis de Salazar y Castro), Señor de Pelope, y fundador de esta línea, que vino a fundirse con la de los Señores de Montealegre. Seguirá abajo, en Rama de los Señores de Pelope y Benidormé.
1.2.2.- Iseo Fajardo, Señora de Albudeite y Centi, y esposa de Pedro Vélez de Guevara, Comendador de Ricote, que la hizo madre de Carlos de Guevara y Fajardo, Señor de Monteagudo, casado con doña Juana de Rocaful. 3.- Beatriz Fajardo, que casó con Juan Martínez de Soto, Comendador de Caravaca.
Del segundo matrimonio de Alfonso Yáñez Fajardo I, con Teresa Rodríguez de Avilés, fueron fruto:
4.- Alonso Yáñez Fajardo, segundo del nombre, que sigue la línea en X.
5.- Gonzalo Fajardo, Comendador de Aledo y Moratalla, y padre de 5.1.- Alonso Fajardo, llamado el Bravo, Alcaide de Lorca por su primo Pedro Fajardo que lo era en propiedad, y que citaremos después. Dicho Alonso (al que equivocadamente hace Pedro Morote nieto de Juan Pérez Fajardo, cuando, en realidad, era bisnieto suyo), alcanzó singular fama por sus proezas, y con la gente de Lorca y la de Murcia ganó a los moros la memorable batalla de los Alporchones en 1452 y conquistó la ciudad fuerte de Mojácar.
6.- Guiomar (o Inés) Rodríguez Fajardo (a esta señora la hace Francisco Cascales hija de su sobrino Pedro Fajardo; pero Luis de Salazar y Castro la incluye como sexta hija de Alonso Yáñez Fajardo, primero del nombre), que contrajo matrimonio con Sancho Sánchez Dávila, Señor de San Román, y fueron padres de 6.1.- Gómez Dávila Fajardo, Señor de San Román, marido de doña Juana de Ribera, y ambos padres de 6.1.1.- Sancho Sánchez Dávila y Ribera, Señor de San Román, que procreó a 6.1.1.1.- Gómez Sánchez Dávila, primer Marqués de Velada. 6.1.1.2.- Juan Blázquez, Comendador de Gualerzas. 6.2.- Gonzalo Dávila Fajardo, Maestresala del Rey Católico, y marido de doña María de Saavedra, en la que procreó a 6.2.1.- Inés Dávila, que casó con Diego de Bracamente, Señor de Fuente el Sol. 6.3.- Isabel Dávila Fajardo, mujer de Suero del Águila, Señor de Villaviciosa.
X. Alonso Yáñez Fajardo, segundo del nombre, heredó la casa de su padre, y casó con doña María de Quesada (hija de Pero Díaz de Quesada, Señor de Garcies, y de doña Juana de Cárcamo). Se halló en el sitio de la ciudad de Vera, tomó la villa de Huércal y asistió al cerco de la ciudad de Baza. Combatió en el Marquesado de Villena al Infante de Aragón Don Enrique, por cuyos servicios le dio el Rey Don Juan II la villa de Mula, y por la caída del Condestable, Rui López Dávalos, le hizo Adelantado Mayor del Reino de Murcia en 1424. Ocupando este cargo, ganó las villas de Xiquena, Tirieza, Vélez-Blanco, Vélez-Rubio, Cullar, Orce, Benamaurel, Albox, Portalva, Alboreas, Albanchez y otras. Compró a su hermano, Juan Alonso Fajardo, la villa de Molina Seca. Cuando falleció, en 1445, era Señor de Alhama, Mula, Molina Seca, Lebrilla y del Consejo del Rey Don Juan II de Castilla. Dejó estos hijos:
1.- Pedro Fajardo, que sigue. 2.- Juan Fajardo, que murió en el sitio de la ciudad de Vera. 3.- María Fajardo, esposa de Juan de Cardona, Almirante de Aragón, y 4.- Rodrigo Fajardo, que pasó a Francia para servir al Rey Carlos VIII, contra el Rey de Inglaterra, a quien ganó en una batalla el estandarte real, peleando valerosamente hasta que murió hecho pedazos abrazado a él. El Rey de Francia mandó poner su nombre en la Crónica, en letras de oro.
XI. Pedro Fajardo fue Adelantado Mayor de Murcia, cuyo cargo se perpetuó en esta casa juntamente con el oficio de Capitán general, y Alcaide de Lorca en propiedad. Contrajo matrimonio con doña Leonor Manrique (hija de Rodrigo Manrique, Maestre de Santiago, y de doña Mencía de Figueroa). Se halló en el cerco de Chinchilla, y se distinguió en el sitio y toma de la ciudad de Cartagena, que poseía D. Beltrán de la Cueva. Por este servicio el Rey Don Enrique IV le hizo Señor de la citada ciudad y Conde de Cartagena, merced que confirmaron los Reyes Católicos, como parece por carta suya dada en Madrid el 15 de Abril de 1477.
Estando en Lorca vino a entregársele el Rey moro Zagal de Granada, hermano del Rey Muley Bulhacen, contra el que había luchado. Pedro Fajardo lo tomó bajo su custodia. Su madre la Reina Horia, por cartas desde Almería, le ofreció sesenta mil doblas porque no entregase a su hijo en manos de su hermano Muley Bulhacen, y éste le escribió también ofreciéndole mayor cantidad si se lo entregaba. Pedro Fajardo no aceptó ninguna de estas ofertas, y puso en libertad al Rey Zagal cuando fue tiempo oportuno. Dejó este caballero varios hijos, que fueron:
1.° Juan Fajardo, caballero de la Orden de Santiago y Comendador de Carayaca. Murió, sin tomar estado, en los primeros días de Abril de 1477. 2.° Luisa Fajardo, que sigue. 3.° Juana Fajardo, esposa de Juan Ruiz de Corella, tercer Conde de Cocentaina, sin hijos. 4.° Mencía Fajardo, Dama de la Reina, que contrajo matrimonio con Francisco Manuel de León, Señor de Reugena, Notario mayor del Reino de León, Veinticuatro de Sevilla y Córdoba, Regidor de Baeza y Juez de los Cambios de Sevilla (hijo mayor de Gonzalo Ruiz de León, Señor de Lerma y San Martín de Valdeiglesias, y de doña María Manuel de Lando, Señora de las Cuevas), naciendo de esta unión 4.1.- Luis Manuel de León y Fajardo, del que proceden por hembra los Condes de la Fuente del Saúco, y 4.2.- Luisa Fajardo que casó con Francisco Fernández Marmolejo, Señor del heredamiento de Almencilla, cuyos descendientes son los Marqueses de la Maulla y los Señores de Castilleja de Talara 5.° Catalina Fajardo, monja en Santa Clara de Murcia.
XII. Luisa Fajardo fue segunda Señora de la ciudad de Cartagena, y sexta Señora de las villas de Alhama, Mul, Lebrilla, Molina Seca y La Puebla, y de los lugares de Alumbres y Fortuna. Al morir su hermano Juan Fajardo, se había ya concertado el casamiento de esta señora con Juan Chacón, Señor de las villas de Albox, Alborea, Oria, María, Benitagla y Albanchez, Contador mayor de Castilla, Mayordomo mayor y gran favorecido de la Reina Doña Isabel la Católica, Comendador de Montemolín y de Caravaca, Trece de la Orden de Santiago y Alcaide de los Alcázares de Murcia y Lorca (hijo único de Gonzalo Chacón, primer Señor de Casarrubios del Monte, y Arroyomolinos, Maestresala, Guarda mayor, Mayordomo mayor de la Reina Católica, Comendador de Montiel y de Caravaca y Contador mayor del Príncipe Don Juan, y de doña Clara Alvarnaes, su primera mujer, que era caballeresa de la Orden de Santiago y Aya y Camarera mayor de la Reina Doña Isabel la Católica). A pesar de haber variado por completo las circunstancias de doña Luisa Fajardo, pues pasaba a ser la heredera de la Casa, los Reyes Católicos quisieron que se llevara adelante el enlace proyectado, lo que se verificó en el año de 1477. De este matrimonio nacieron los siguientes hijos:
1.° Pedro Fajardo, que sigue en el apartado XII.
2.° Gonzalo Chacón Fajardo, que fue segundo Señor de Casarrubios del Monte, Arroyomolinos, Villamanta, El Álamo, Valmojado, el Guijo y otros lugares, Alcaide del Alcázar y Cimborio de Ávila, Comendador de Montiel en la Orden de Santiago, Paje del Príncipe Don Juan y Contador mayor de su Despensa. Contrajo matrimonio con doña Francisca Pacheco de Guevara (hija de Alonso Téllez Pacheco, Señor de la Puebla de Montalbán, Comendador de Medina de las Torres, Trece de la Orden de Santiago y Consejero de los Reyes Católicos, y de doña Marina de Guevara, su mujer). Tuvieron varios hijos, que usaron el apellido Chacón.
3.° Fernando Chacón y Fajardo, que fue Comendador de Aranjuez en la Orden de Santiago, y marido de doña Francisca Barroso de Ribera, Señora de Parla y Calabazas (hija mayor de Payo Barroso de Ribera, Mariscal de Castilla, y de doña Beatriz Osorio su mujer). Fallecieron dichos esposos sin tener sucesión.
4.° y 5.° Juan y Antonio Chacón Fajardo, que no dejaron sucesión.
6.° Isabel Fajardo, que como sus hermanos fue llamada al mayorazgo de Cartagena. Casó con Rodrigo Manrique, segundo del nombre, tercer Conde de Paredes y Comendador de Alhambra en la Orden de Santiago, que era su tío, primo hermano de su madre.
7.° Leonor Chacón Fajardo, Dama de la Reina Doña Isabel la Católica, y mujer de Juan Pacheco, segundo Señor de la Puebla de Montalbán, hermano de doña Francisca Pacheco de Guevara, mujer de Gonzalo Chacón Fajardo, su hermano.
Hasta aquí he transcrito el texto de la Enciclopedia de los Hermanos García Carraffa. Ahora tomaremos en cuenta las otras fuentes indicadas arriba, al comienzo.
XIII.- Pedro Fajardo y Chacón, nacido hacia 1477-1478, tomó como primero el apellido materno por motivo ya reseñado. Fue primer marqués de los Vélez, desde 1507; tercer señor de Cartagena, Adelantado mayor y capitán general del Reino de Murcia.
Sobre este Pedro nos dice don Gregorio Marañón: Nos dice don Gregorio Marañón sobre: “A través de las cartas de Pedro Mártir, el futuro Marqués de los Vélez nos da la impresión, en sus comienzos, de un joven reflexivo, a veces melancólico, «bien dotado por la naturaleza», «espíritu inquieto y enderezado hacia las grandes empresas». Desde muy temprano escribía en excelente latín y suplicaba a su maestro que lo hiciese siempre en esta lengua para perfeccionarse en ella; mientras sus abuelos sólo conocieron fuera del castellano, la lengua árabe, útil para resolver pleitos de frontera y no universal, como el latín. Compuso sus coplas y canciones, casi obligatorias en los jóvenes cortesanos, desde los tiempos de los reyes anteriores. Saquero copia algunas; y acertadamente dice que estos ensayos poéticos y los de su hermano Gonzalo Chacón no son mejores ni peores que los de otros poetas de su misma alcurnia social. La vena de su pariente colateral Jorge Manrique no se advierte en estos versos, pero sí, acaso, en el sentido trascendente de sus preocupaciones juveniles. Sólo tenía, en efecto, diecinueve años cuando comentaba con su maestro el que nadie estuviera contento en la Corte, y sobre todo la Reina, «de la que era perpetuo acompañante», y se le aparecía, nimbada de gloria, pero «herméticamente entristecida». Tiene esta observación del mancebo el gran interés de mostrarnos a Doña Isabel reconcentrada en sus dolores, sin duda hondos, públicos y privados, y probablemente reveladores de la melancolía hereditaria que en su hija fue locura; en su nieto, Carlos V, prematuro abandono de la acción social; en su bisnieto, Felipe II, perpetua indecisión disfrazada de prudencia; y en los otros descendientes, franca degeneración, terminada en la triste pavesa humana de Carlos II. Aprovechó Pedro Mártir la respuesta a esta carta para dar a su discípulo una gran lección: la de que todo, hasta el poder supremo, aun el más reconocido y acatado, y los homenajes, la riqueza y la gloria, todo, en este mundo, conduce al dolor; y sólo se alcanza la relativa felicidad que aquí abajo nos es dado gozar, por el ejercicio de la inteligencia. De otras de las cartas de Pedro Mártir, se infiere que Don Pedro Fajardo, obediente a su maestro, se preocupaba por los problemas graves y las lecturas escogidas. Una vez le pinta Pedro Mártir «escondido entre los promontorios cartagineses», en compañía de su reciente esposa, pasando la vida entre los libros, y «cuando de éstos te cansas te dedicas a la caza»; y alaba ambas aficiones; y esto, en plena luna de miel; y después de su primer triunfo militar; y las dos glorias alcanzadas en plena juventud. Alcanzó, es cierto, Don Pedro la suerte de tener un gran maestro en Pedro Mártir de Anglería (…). Se aficionó el gran maestro, sobre todo, a Don Pedro Fajardo, al que dedicó más de doscientas de sus epístolas, ya sólo a él, ya a él y, como he dicho, a otro de sus discípulos predilectos, el Marqués de Mondéjar. Sin duda es ésta una de las mayores glorias de la dinastía de los Vélez. En algunas de las cartas llama a Don Pedro «mi Fajardo», con gesto entrañable, usado entonces excepcionalmente, y también en nuestro tiempo por Don Miguel de Unamuno para algunos de sus amigos más amados. Otro de los rasgos de Don Pedro Fajardo fue su conyugal actividad, tal vez impuesta por los deberes genealógicos, pues se casó tres veces. La primera esposa, aquella con la que pasaba la luna de miel devorando las indigestas caballas, fue Doña Magdalena Manrique, hermana del Conde de Paredes. Era esta señora la tercera de la misma familia que vemos enlazarse con la de los Vélez, haciendo pensar o en una material conveniencia bilateral, o en una atracción poderosa que estos Fajardo ejercían sobre la familia Manrique. Pero esta tercera experiencia se frustró sentimentalmente, y la boda, celebrada en 1499, cuando el novio tenía veintiún años, se deshizo por divorcio (lo más probablemente debido a la esterilidad de la esposa), en 1507. Y al año siguiente (1508) contraía segundas nupcias, en Cuéllar, con Doña Mencía de la Cueva, hija segunda de los Duques de Alburquerque. Este segundo matrimonio, que duró diez años, fue fecundo y terminó por la muerte de Doña Mencía, que testó en 1517, y debió de morir entonces, pues en 1518 se firmaban las capitulaciones de un tercer enlace con Doña Catalina de Silva, hija de los Condes de Cifuentes. La vida de Don Pedro da la impresión de que se fue apartando de los afanes intelectuales, hacia los que Pedro Mártir le impulsó en su adolescencia, y que se dejó prender por la sirena de las glorias militares (…). Su actuación pública más precoz había ocurrido en 1500, cuando la primera sublevación de los moriscos de Granada, irritados por el incumplimiento de las medidas de tolerancia social y religiosa que los Reyes Católicos habían estipulado en 1492, poco después de la conquista. El entonces Adelantado de Murcia, don Juan Chacón, estaba ya finalizando su vida, nunca muy belicosa, y fue nombrado Capitán de las tropas de Murcia que concurrieron a reprimir la sublevación, su hijo, Don Pedro Fajardo, con apenas veinte años, que al frente de soldados no muy numerosos pero arrojadísimos, recuperó las plazas perdidas en la taha de Marchena y obligó a levantar el sitio de esta plaza, haciendo muchas bajas y cautivos a los musulmanes, mucho más crecidos en número. La voz de esta hazaña produjo gran entusiasmo en Murcia y en la Corte.
En 1520, en la guerra de las Comunidades, Pedro Fajardo y Chacón comenzó alentando a los insurrectos, para pasar posteriormente a unirse a Carlos V, guerreando con gran éxito en el reino de Valencia contra los agermanados.
En Mencía de la Cueva fue padre de:
1.- Luis Fajardo Hernández de la Cueva, que sigue la línea.
Y en Catalina de Silva, tuvo Pedro Fajardo a:
2. Juan Fajardo de Silva, que casó con Catalina Dávalos y Agüero, hija de Pedro Dávalos y de Ana de Agüero. Padres de: 2.1.- Pedro Fajardo Dávalos, fallecido en su mocedad. 2.2.- Diego Fajardo Dávalos, jesuita. 2.3.- Catalina de Silva, monja.
2.4.- Gonzalo Fajardo Dávalos, señor de San Leonardo (por herencia de su tío Juan Manrique de Lara), primer marqués de San Leonardo, alcaide de Murcia y Cartagena. Casó con Isabel Manrique de Mendoza, 7ª condesa de Castrogeriz y Villazopeque, hija de Gómez de Mendoza y Manrique, y de María Enríquez de Ribera. Padres de: 2.4.1.- Antonio Fajardo Manrique de Mendoza, fallecido de niño. 2.4.2.- Juana Fajardo Manrique de Mendoza, 2ª marquesa de San Leonardo. Casó en Madrid, año 1649, con Álvaro Pérez Osorio, 9º marqués de Astorga (ver Osorio), y en segundas nupcias, con Juan Antonio Pacheco y Osorio, 4º marqués de Cerralbo y primer conde de Villalobos. Sin sucesión.
2.4.3.- Catalina Fajardo y Manrique de Mendoza, que casó en Madrid, año 1654, con Fernando de Toledo Fonseca y Ayala, III conde de Ayala y Virrey de Sicilia.
3. Pedro de Silva Fajardo, que casó con Catalina de Benavides, hija de Juan de Benavides y de María de Bazán. Sin sucesión. 4. Gonzalo Fajardo. 5. Luisa Fajardo. 6. Clara Fajardo. 7. María Fajardo. 8. Isabel de Silva Fajardo, que casó en 1547 con Pedro Niño de Conchillos y Ribera, señor de Nuez y Villaumbrosa, comendador de Guadalerza, mayordomo de la reina Ana. 9. Ana Fajardo, que casó con Juan Manrique de Lara, señor de San Leonardo hijo tercero de Antonio Manrique de Lara y de Juana Folch de Cardona. 10. Francisca de Silva, que casó en 1557 con Antonio de Velasco y Rojas. Sin sucesión. 11. Juana Fajardo de Silva, que casó con Enrique Enríquez de Guzmán, el Gordo, su primo hermano. Con sucesión.
XIV.- Luis Fajardo Hernández de la Cueva (s/1508-1574), II marqués de los Vélez y I de Molina, Adelantado mayor y capitán general de los Reinos de Murcia y Granada, alcaide de los alcázares de Murcia y Lorca, Adelantado mayor y capitán general del Reino de Valencia…
Gran Peleador contra los moros, que le temían y motaron como “el diablo de cabeza de hierro. “Terrible, por ser de naturaleza belicosa, membrudo y corpulento y de rostro feroz, que mirando ponía terror”, en palabras de Cascales. Estuvo en la guerra contra Solimán, en Hungría (1531); en la campaña de Provenza (1535), donde murió Garcilaso de la vega, el gran poeta; en la conquista de Túnez; en la expedición a Argel de 1541. Mostraba desdén por la tradición literaria de sus antecesores, pese a que había sido bien enseñado de letras y estudios.
La gran aventura de su vida fue su intervención en la guerra de los moriscos. Así lo explica Marañón: “Pero he aquí que el 6 de enero, es decir, tres días después al del comienzo de la expedición de Mondéjar, nuestro Don Luis Fajardo, segundo Marqués de los Vélez, salía al frente de un ejército, desde su castillo de Vélez Blanco, para bajar por el lado de Almería y Almanzora, con el designio de amenazar a los moriscos de la Alpujarra y, además,- «saquear y enriquecer a la gente», que, por lo menos a la gente, le interesaba más que los problemas religiosos y nacionales. Las fuerzas de Vélez eran 2.000 infantes, 300 caballos «y seis piezas de artillería manejables»; a estas fuerzas se unieron luego las que envió la ciudad de Murcia. El atlético Adelantado, tras los años de inacción, respiraba euforia y proclamaba «que en el tiempo que siguió las imperiales banderas de su Señor el Emperador, no había visto tan lucida gente». (…) El error de esta táctica característica de Felipe II era patente, pues la intromisión disimulada de Vélez en la campaña, como ya lo había censurado con escándalo el veterano Quijada, tenía el aire de una inquisición sobre la conducta de Mondéjar con mengua de su autoridad, sobre todo teniendo en cuenta que ya desde el tiempo de los padres hubo entre los dos marqueses «diferencias y alongamientos de voluntad». Los resultados fueron desastrosos, porque sin capitanes con autoridad nada podía ir bien, sobre todo si, como ocurrió, la soldadesca había perdido los nobles ideales, nacionales y religiosos, de los reinados precedentes. Salvo un pequeño número de caballeros y de viejos soldados, los ejércitos cristianos fueron «levantados sin pagas, sin el son de las cajas, con el robo por sueldo y la codicia por superior». Con frecuencia surgen en los papeles contemporáneos relatos como el citado del combate de las Albañuelas, donde unos jefes murieron «por estar ocupada la infantería quemando y robando». «Comunicábase —dice Hurtado, que lo vio— el miedo de unos a otros que como sea el vicio más perjudicial en la guerra, así es el más contagioso; no se repartían las presas en común; era de cada uno lo que tomaba, y como tal lo guardaba; huían con ello, sin unión ni correspondencia; dejábanse matar abrazados o cargados con el robo; y donde no lo esperaban o no salían [a combatir] o en saliendo tornaban a casa»; «y los capitanes, algunos cansados de mandar, reprender, castigar y sufrir a los soldados, se daban a la misma costumbre». Unos arcabuceros amotinados en el campo del Marqués de los Vélez, acometieron al hijo de éste, Don Diego Fajardo, que quiso detenerlos, y le dieron un arcabuzazo en la mano y en el costado, grave, del que quedó manco. Eran los soldados «los mayores ladrones del mundo, desolladores y robadores, que no llevaban más pensamiento sino cómo habían de robar y matar y saquear los pueblos de los moriscos que estaban sosegados». Y desde luego en estos lamentables relatos, abundan los de las presas de esclavos y esclavas y niños, que se apropiaban y vendían, cuando no los mataban. Claro que «algunos hombres hubo, entre los que vinieron enviados por las ciudades, a quienes la vergüenza y la hidalguía era freno». Pero en abrumadora mayoría predominó la corrupción vergonzosa, la cobardía de las gentes rurales, la ausencia del sentido de la responsabilidad militar y el no menor olvido, no nos cansaremos de decirlo, de las más elementales virtudes evangélicas. La decadencia austríaca estaba ya en completa y desdichada evolución, bajo la capa, todavía de la grandeza inigualada de sus comienzos; y el historiador tiene el deber de insistir sobre estos magnos errores que aniquilaron una nación que fue grande, pero que pudo ser maravillosa durante varios siglos. El Marqués de los Vélez, así impuesto por una intriga, combatió al principio con la gran brillantez aparatosa y entusiasta propia del ímpetu caballeresco de la época imperial. Están muy circunstancialmente relatados estos primeros pasos en la citada Relación, rigurosamente contemporánea, de la Biblioteca Nacional de Madrid. Esta primera batalla de Félix, en enero-febrero de 1569, fue muy brillante. Hurtado de Mendoza, más propicio a alabar a su pariente Mondéjar que a Vélez, reconoce noblemente que el jefe murciano «rompió a los moriscos, a pesar del áspero terreno, no sin trabajo y como buen caballero». Pero desde las primeras jornadas la guerra de cruzado a que Vélez aspiraba se frustró por la anarquía que había de dar carácter tan siniestro a esta contienda. Los moros asesinaron a varios frailes agustinos, a los que quemaron vivos, en balsas de aceite hirviendo, horrible crueldad, en la que bárbaramente vengaban los bautismos forzados y colectivos. Y no acabaron aquí los crímenes. La soldadesca, enfurecida ante estos horrores, «se derramó demasiadamente, sin poderlo el Marqués excusar»; y tuvo que retirarse y llevar las moriscas a sus tierras para que estuvieran seguras; lo cual fue visto con malos ojos por la tropa, que dio el grito de «¡Santiago, y a ellos!» por su cuenta, y cometió espantosas crueldades, sobre todo el escuadrón de Lorca, que «con furia infernal», degolló «más de 600 personas entre hombres, mujeres y niños; desde un año hasta diez, más de 2.000». Pérez de Hita, que lo presenció, vio, expirando, a una mora con sus seis hijos degollados y otro de pecho, que seguía mamando envuelto en sangre; el gran soldado le salvó y llevó a casa de unas santas mujeres; y no fue él solo, pues «muchos soldados hubo nobles y de noble condición y misericordiosos que ampararon a muchas mujeres». A pesar de representar Vélez el partido iracundo, frente al templado de Mondéjar, era, dentro de la dureza de su tiempo, de la misma noble condición que aquél, «y lleno de mortal ira, bramaba como un león por tal desconcierto, y dando grandes voces, con grande furia, picó a su corcel Vayarte de tal suerte que un rayo parecía por do pasaba, haciendo temblar la tierra». Quiso ahorcar a los culpables, pero se opuso el tercio de Lorca, y Vélez hubo de ceder, con anuencia del Rey. Sólo se consiguió que los capitanes no se repartieran a las moras, que quedaron protegidas por el Adelantado. En esto paró la lucida cabalgata bélica que salió del castillo del Marqués, y aquí empezó el desprestigio de éste, desobedecido por sus soldados y desautorizado por el caótico mando supremo. Los dos jefes marqueses, Mondéjar y Vélez, fracasaron, pues, rápida y paralelamente en los tres primeros meses de la campaña; y con este fracaso se afirmó la eficacia de los moriscos, que, aunque con menos medios militares, tenían un patriotismo ardiente, más unión, adaptación más fácil al abrupto terreno y una ayuda que no puede fijarse, pero que, sin duda, era considerable, de turcos y berberiscos; porque, como decía Hurtado de Mendoza, España, enzarzada en sus aventuras europeas y ultramarinas, prácticamente no tenía barcos en sus costas del Sur para evitar los desembarcos. Una carta del mismo gran historiador al Cardenal Espinosa decía esta dura verdad, que no pudo estampar en su libro, a pesar de guardarlo inédito: «Las profecías han comenzado a cumplirse, porque los moros van cada día mostrándose más soldados y los cristianos menos». En Granada y en la Corte, los altos personajes, divididos, culpaban unos al Marqués de Mondéjar y otros al de los Vélez; y sobre el Rey llovían anónimos acusatorios para ambos. Era el más atacado el de Mondéjar, y al que con más facilidad aceptaban, la opinión y los jueces, los cargos que se le hacían. Venían estos cargos del partido clerical, y éste era particularmente escuchado por los regios oídos. Felipe II, en esta apurada situación, adoptó una de sus habituales actitudes ambiguas: repartir el mando entre Vélez” y Mondéjar… …” Y posteriormente, hizo retirarse a ambos, quedando al frente de esta guerra su hermanastro, Don Juan de Austria.
Casó en 1526 con Leonor Fernández de Córdoba y Silva, hija de Diego (Marañón le nombra como Rodrigo) Fernández de Córdoba, III conde de Cabra, y de Francisca de Zúñiga y la Cerda. Luis y Leonor fueron padres de:
1.- Pedro Fajardo de Córdoba, que sigue la línea en IX.
2.- Diego Fajardo de Córdoba, Caballero de Santiago. Acompañó a su padre en la guerra a las Alpujarras, cuando la sublevación de los moriscos, luchando con igual fiereza que su progenitor. Casó con Juana de Guevara Rocafull Velasco y Otazu, señora de Monteagudo y Ceuti, hija de Juan de Guevara Otazu, señor de Morata, Ceutí y Monteagudo, y de Gerónima de Velasco. Padres de: 2.1.- Leonor María Fajardo de Guevara, que casó con su primo hermano Juan Fajardo, primer marqués de Espinardo, su primo hermano. 3. Mencía Fajardo de Córdoba. 4. Francisco Fajardo de Córdoba. 5. Luis Fajardo de Córdoba, oidor de Sevilla. Sin sucesión.
Fuera de matrimonio, tuvo Luis Fajardo Hernández de la Cueva un hijo en la dama Ana Ruiz de Alarcón:
6. Luis Fajardo, capitán general de la Armada del mar Océano, fallecido en Espinardo en 1615. Casó con Luisa de Tenza, hija de Alonso de Tenza y de Aldonza de Cascales. Padres de: 6.1.- Alonso Fajardo Tenza, gobernador y capitán general de Filipinas, donde murió en 1618. Casó con Catalina María de Zambrana, hija de Pedro de Zambrana Fajardo y de Hortensia Cernusculi. Sin sucesión.
6.2.- Juan Fajardo Tenza, I vizconde de Monteagudo y I marqués de Espinardo, capitán general de la armada de la Guarda de Estrecho, almirante general de mar Océano, del Consejo de Guerra de Felipe IV, gobernador y capitán general de Galicia, fallecido en A Coruña en 1631. Tal como hemos visto en 2.1. de este mjismo apartado, casó Juan con su prima Leonor María Fajardo de Guevara, señora de la casa y mayorazgo de Monteagudo, Ceuti, y del mayorazgo de la Vega de Morrata. Con sucesión.
XV.- Pedro Fajardo de Córdoba, III marqués de los Vélez y II de Molina, Grande de España, Adelantado mayor y capitán general del Reino de Murcia, de los Consejos de Estado y Guerra de Felipe II… fallecido en Murcia en 1579. Casó primero con Leonor Girón (hija de Juan Téllez-Girón y de María de la Cueva y Toledo), y luego con Mencía de Requeséns y Zúñiga (hija de Luis de Zúñiga Recqueséns y de Gerónima de Esterliche y Gralle). En Mencía de Requeséns fue Pedro padre de:
XVI.- Luis Fajardo y Recqueséns, nacido en Vélez ( Málaga) en 1576 y fallecido en Valencia en 1631; IV marqués de los Vélez y III de Molina, Grande de España, Adelantado mayor y capitán general del Reino de Murcia. Casó con María Pimentel de Quiñones (hija de Juan Alonso Pimentel Herrera, V duque de Benavente, y de su 1ª esposa Catalina Vigil de Quiñones, VI condesa de Luna). Padres de:
1.- Pedro Fajardo de Zúñiga y Recqueséns, que sigue en XI.
2.- Mencía de Zúñiga y Recqueséns, que casó en 1614 con Juan Pimentel y Ponce de León, VII duque de Benavente. Con sucesión. 3.- Catalina Fajardo, que casó con Fadrique Enríquez de Guzmán, VIII conde de Alba de Liste. Con sucesión. 4.- Francisco Fajardo Melgarejo, C. de Santiago desde 1621.
XVII.- Pedro Fajardo de Zúñiga y Recqueséns, V marqués de los Vélez y IV de Molina, Grande de España, Adelantado mayor y capitán general del reino de Murcia, alcaide de Lorca, Virrey de Aragón, Navarra, Cataluña (durante la revolución de 1640) y Sicilia, embajador en Roma, presidente del Consejo de Indias, C de Santiago… … nacido en 1602 y fallecido en Palermo, Sicilia, en 1647. Casó con Ana Girón Enríquez de Cabrera, en la que fue padre de:
1.- Luis Francisco Fajardo, I marqués de Martorell desde, fallecido joven. Tras enviudar, casó de nuevo Pedro, con María Engracia de Toledo y Portugal, fallecida en 1696 (hija de Fernando Álvarez de Toledo y Portugal Monroy y Ayala, VI conde de Oropesa, y de Mencía Pimentel, de los VIII condes-duques de Benavente), en la que tuvo a:
2.- Pedro Fajardo de Toledo, carmelita descalzo. 3.- Fernando Joaquín Fajardo de Toledo, que sigue la línea en XII. 4.- José Fajardo de Toledo, comendador de Castellanos, fallecido en 1670 en las galeras de España, peleando contra los turcos. 5.- María Teresa Fajardo y Portugal, que seguirá en el apartado XIII.
XVIII.- Fernando Joaquín Fajardo de Toledo, VI marqués de los Vélez, V de Molina y II de Martorell, Grande de España, Adelantado mayor y capitán general del Reino de Murcia, Virrey y capitán general de Cerdeña y Nápoles, etcétera, fallecido en 1693. Casó en dos ocasiones: primero, en 1654, con María Juana de Aragón Folch de Cardona y Sandoval, y en segundo lugar, en 1687, con Isabel Rosa de Ayala Fajardo Mendoza. En ambos casos sin sucesión, por lo que le sucedió en la casa su hermana:
XIX.- María Teresa Fajardo y Portugal, VII marquesa de los Vélez, II de Molina y III de Martorell; Grande de España, señora del Adelantazgo mayor y capitanía general del Reino de Murcia y de la alcaldía de Lorca. Casó en 1665 con Ferdinando Moncada d’Aragona, VI príncipe di Paternò, además de otros títulos. Padres de:
XX.- Teresa Caterina Moncada d’Aragona y Fajardo (n. 1665; + 1728), VIII marquesa de los Vélez, IX de Montalvo y VIII de Bivona, a más de otros muchos títulos. Casó primero en 1680, con Agustín de Guzmán, VI marqués de la Algaba, sin sucesión; y contrajo segundas nupcias con José Fadrique Álvarez de Toledo y Fernández de Córdoba, VIII marqués de Villafranca del Bierzo, además de otros títulos, fallecido en 1728. Así pasó el marquesado de los Vélez del linaje Fajardo al de Villafranca del Bierzo. Teresa y José Fadrique fueron padres de:
1.- Fadrique Vicente Álvarez de Toledo y Moncada, que sigue en XV.
2.- Fernando Álvarez de Toledo y Moncada.
3.- Manuela Álvarez de Toledo y Moncada, que casó con Juan Manuel de Zúñiga, XI duque de Béjar, sin sucesión.
4. María Antonia Álvarez de Toledo y Moncada.
XXI.- Fadrique Vicente Álvarez de Toledo y Moncada, IX marqués de los Vélez, IX marqués de Villafranca del Bierzo, VIII marqués de Molina, V marqués de Martorell, 2 veces Grande de España. El marquesado de los Vélez continuó unido al de Villafranca del Bierzo, incorporándose posteriormente ambos al ducado de Medina Sidonia.
LINAJE EN OBRAS. PRONTO CONTINUAREMOS.
Antonio Castejón.
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