Credibilidad de las genealogías, de los genealogistas, de las probanzas de nobleza, etcétera. Véanse también: HIDALGUÍA. Estudio sobre los errores que pueden encontrarse en estas demostraciones de nobleza. E HIDALGUIA_2: ¿Son fiables las demostraciones de Hidalguía. Texto de Juan Jesús Virto Ibáñez. Se trata de los Carranza.
1º: Sobre los genealogistas y sus sistemas. Texto gracioso –y veraz- tomado de un artículo de Angel Martínez Salazar 2º Pío Baroja en “Desde la ultima vuelta del camino”... cuenta: 1º: SOBRE LOS GENEALOGISTAS Y SUS SISTEMAS. Texto gracioso –y veraz- tomado de un artículo de Angel Martínez Salazar (ver abajo, en fuentes). Corre la década de los años treinta. Fernando de la Quadra-Salcedo persistía en su labor de ennoblecer a las personas capaces de remunerar con largueza sus pesquisas genealógicas. De tal suerte que Cansinos-Asséns no duda, con espléndida ironía, en comentar: "Dentro de poco, no quedará en Bilbao ningún rico sin su blasón y su árbol." El investigador vizcaíno era el primero, naturalmente, en entretenerse con sus crédulos clientes. Alguna vez don Rafael solía encontrárselo en el Rastro madrileño, acarreando cuadros horribles con marcos chabacanos: retratos de aristócratas de flamante oropel y menguada plata, militarotes de bigote lacio y mal encarados, y orondos y redondos prelados de la época de Maricastaña: -¿Qué hace usted, amigo Quadra? -Él guiña un ojo, y sonríe: -Ya ve usted... buscando antepasados (2). Si Quadra-Salcedo era un genealogista de fuste o un tanto cara dura, aquí nada importa. Ya la Biblia indica que Dios nos hizo a su imagen, de modo que pintar retratos sería, en sentido metafórico, emular al creador mismo. Pero observando ciertos cuadros bien pudiera pensarse que algunos orbanejas despreciaran los encargos. Parece que los pintaban sólo por necesidad, para ganarse el sustento. Es como si la nobleza, la jerarquía eclesiástica y la alta burguesía no encargase nada más. Se trataba de gentes filisteas que no estaban dispuestas a pagar dinero salvo por fotografías de ellos mismos..., y de los suyos. Sabemos que Quadra tampoco necesitaba una gran maceta para reimplantar linajudos esquejes. Al tuercebotas Díaz lo emparentaba por arte de birlibirloque con el mismísimo Cid Campeador en un dos por cuatro, y al López de enfrente lo hacía descender en línea directa del canciller Ayala e incluso -por unos duros más- de Diego López de Haro. Mucho antes de Internet, Clarín, nos recuerda que don Saturnino juraba custodiar documentos que probaban al versado en genealogía y en blasones venirle el Bermúdez del rey Bermudo (3). Todo por aquello de la limpieza de sangre y nobleza para pegarse el moco y desprenderse de cantarín sambenito, se trataba de haber sido y ser (cuando no aparentar, por seguir a Karl Kraus) originarios, hijosdalgo, infanzones, cristianos viejos, puros y de inmaculada sangre, sin que en sus respectivas familias hubiera habido "mezcla ni rumor" de judíos ni penitenciados por el santo capricho de la Inquisición, recién atocinados, moros ni otra "secta" reprobada... El noble encartado le preguntó cierto día a Baraja: | -¿Usted tiene el segundo apellido italiano? -Sí. -A continuación, le dijo: -Eso de tener parentesco con príncipes italianos está bien. De lombardo común a hijo de rey, para Quadra-Salcedo, que era otra suerte de Merlín de los papeles y sabía un rato largo de cuestiones heráldicas, no había más que un trecho, eso sí, bien corto. Lizardi es un personaje de La sensualidad pervertida que había ensayado en las ciencias y en las artes hasta llegar a ser varón instruido. Trabajaba pintando antepasados fantásticos para acaudalados indianos con traje de oidores o capitanes generales, les ponía escudos aparatosos e inscripciones sugerentes y les daba a los lienzos o a las tablas cierta patina y unas resquebrajaduras que las dejaban con un aspecto viejísimo. Es como si el ideal de belleza de ciertos recién llegados consistiera en cubrir todo con macizas capas de pintura dorada. Intuimos que espulgar genealogías con remotas frondosidades, a las que tan aficionados somos por estos lares, se reduce a descubrir la existencia final de linajes ilustres en las figuras de Adán y Eva. Fuera de este hallazgo bíblico e incontrovertible, como escribiese un memorialista de alcance en un memorable texto autobiográfico, las arborescencias y frondosidades de los troncos materno y paterno no suelen prolongarse a ese limbo original conocido por la noche de los tiempos (4). Al abate Iharce de Bidassouet, se le atribuye el siguiente chascarrillo que luego prolijamente ha sido reproducido. Un príncipe de Rohan, que estaba restaurando un vetusto castillo, pidió a su vecino unos pedruscos que había en su propiedad. El campesino se los negó; y en la discusión el noble sentenció: -Sabed que los Rohan datamos del siglo once. Entonces, el lugareño, ufano, replica: -Pues, nosotros, los vascos, no datamos. ===================================================== 2º: Pío Baroja en “Desde la ultima vuelta del camino”, edición del 2006; tomo II: “Galería de tipos de la época”; 7ª parte; Tipos extraños”, cuenta: Fernando de la Quadra Salcedo era un iluso, un hombre que vivía de entelequias fantásticas. No necesitaba mucha base para idear un sistema o una genealogía. El más pequeño dato le bastaba. Al Díaz corriente le emparentaba con el Cid en un dos por cuatro. A mí me preguntó una vez, en una librería de viejo, de la calle de Jacometrezo, a la que yo llamaba El Club del Papel: -¿Usted tiene el segundo apellido italiano? -Sí. Poco después me dijo: -Eso de tener parentesco con príncipes italianos está bien. De italiano a príncipe, para él, no había más que un paso. Se veía que en él la amplificación era un hecho natural y espontáneo. Todo se transmutaba en su imaginación y subía de categoría: el teniente se convertía en general; el cura, en obispo, y el alcalde del pueblo, en magnate. Dijo una vez que en el País Vasco había habido más de cien grandes filósofos y humanistas. -Es extraño -le repliqué yo-; quitando a Huarte de San Juan, yo pensaba que no había ninguno. También terció en una cuestión acerca del Canto de Lelo. El Canto de Lelo, canto vasco recogido de una crónica del siglo XVI, tiene un estribillo de aire antiguo y enigmático, que dice así: Lelo il Lelo, Lelo il Lelo, Lelo Zarac U Leloa. («Lelo mata a Lelo, Lelo mata a Lelo, Lelo el Viejo mata a Lelo.») Ésta puede ser una de las traducciones. El resto del Canto de Lelo es comprensivo, y tiene trazas de ser relativamente moderno. El estribillo, no; parece antiguo. Don Julio de Urquijo y varios vasquistas más aseguraron que este estribillo, como otros muchos, no quería decir nada, que era como un tantarantán o un mirontón, mirontón, mirontena o algo semejante. Yo escribí un artículo en El Pueblo Vasco, de San Sebastián, hace años, diciendo que era posible que este estribillo tuviera una significación mitológica, y que Lelo Zarac, es decir, Lelo el Viejo, que mata a Lelo, podría ser otro Lelo distinto. Los que saben de mitología vasca señalan dioses antiguos con nombres parecidos a Lelo, como Ele, Lelhunus, etcétera, etcétera. Mi sobrino Julio Caro Baroja habla de esta cuestión extensamente en un libro titulado Algunos mitos españoles. Yo no indiqué más que una posibilidad; naturalmente, de ser esta parte del estribillo del Canto de Lelo algo con significación mitológica, tenía que ser antiquísima, muy anterior a la época del cristianismo en el país. Poco después, Quadra Salcedo escribió un artículo afirmando que el estribillo del antiguo Canto de Lelo tenía significación religiosa, y que él lo sabía «por tradición de su familia». ¿Cómo va a haber familia en ninguna parte de Europa que conserve una tradición anterior al cristianismo? Es absolutamente imposible. Ni aun los reyes creo que puedan llegar en su tradición de familia tan lejos. Quadra Salcedo hablaba de sus parientes del Imperio romano como cualquiera puede hablar de su tío de Alcalá o de su primo de Chinchón. Era un hombre fantástico, que creía en sus lucubraciones.
Antonio Castejón. maruri2004@euskalnet.net monedacuenta@euskalnet.net www.euskalnet.net/laviana
|