Simón Bolívar: El Libertador y su sangre
africana e india.
Josefa Marín de
Narváez,
esposa de Pedro de 1-Ponte y Andrade 2-Jaspe de Montenegro, citados en el
apartado VI de PONTE.
Texto copiado de
Salvador de Madariaga en su biografía de Bolívar.
El linaje de los Bolívar y otros corno los
de Villegas, Infante, Martínez de Madrid, Ladrón de Guevara, aportaban al
Libertador la savia de la añeja encina española y del laurel. Pero Simón
Bolívar hubiera sido corno figura histórica rucho menos representativo, como
ser humano mucho menos complejo, como americano mucho menos arraigado en el
suelo del Nuevo Mundo, de haber sido blanco puro. Aunque las fuerzas y
los espíritus ambientes le hubieran influido, no hubiera podido tener acceso -como
lo tuvo- a las capas más profundas del alma de las Indias, si su familia no
hubiera absorbido, quizá más de una vez, sangre negra y sangre india (…)
Puede darse por hecho que las ramas de
la familia Bolívar todavía por explorar, y americanas, arraigan en el suelo de las Indias,
a través de una u otra de las estirpes de color; ya que el prejuicio
universal para con la gente de color obra para inhibir la rebusca y callar los
resultados. “La misma familia de Bolívar, aunque de abolengo ilustre –escribe
Gil Fortoul,
Josefa Marín de Narváez
–esposa de Pedro de Ponte Andrade y bisabuelos
ambos de Simón- era hija
natural de Francisco Marín de Narváez y de una mujer de quien no se sabe gran
cosa. El propio Marín escribe: «tengo una hija natural y por tal la reconozco, nombrada Josefa, a la
cual hube en una doncella principal, cuyo nombre callo por decencia, con la
cual pudiera contraer matrimonio sin dispensación cuando la hube». La probabilidad de que esta “doncella
principal” era oscura no puede ser rnayor.
Ahora bien: ¿cómo pudo
la hija ilegítima de una mujer oscura, o por lo menos
envuelta en oscuridad, entrar a formar parte de una familia tan ilustre como la de Bolívar? La respuesta es: por el dinero. Francisco Marín de
Narváez –tercer
abuelo de Simón- , nacido en Cójar, lugar del reino de Granada, en virtud de
Real Cédula de 1663 compró a la Corona en cuarenta mil pesos las
minas de Cocorote y el señorío de Aroa con el
derecho de nombrar y separar a los tenientes de justicia. En 1668
nació su hija. No se menciona a la
madre para nada hasta que al morir Marín en
Madrid en 1673 dice de ella que era doncella
principal. Quedó la niña a cargo de su tía, Doña María Marín de
Narváez, fundadora del hospital de caridad para
mujeres de Caracas; y ambas alojadas en casa de su tío Gonzalo Marín de
Granizo. Pero al morir el padre, Josefa, que tenía cinco años, subió a la
categoría de heredera, y por lo tanto fue objeto de la mayor atención. El
Proveedor, Pedro Jaspe de Montenegro, Alguacil
Mayor de la Inquisición y Alcalde de Caracas, designado en el testamento como tutor
de la niña para el caso en que su tía viniera a
morir, concibió graves dudas sobre la situación por haber “llegado a entender que es prohibido por derecho a las mujeres excepto a
la madre y abuelas ser tutrices, por ser oficio que no admite su sexo”; y
a pesar de las protestas de Doña María, el
Alcalde ordinario del día, atropellando por el testamento, entregó a su colega de ayer y de mañana la niña y desde luego la fortuna. Josefa
tenía entonces siete años. Apenas
cumplidos los trece, el Proveedor se
apresuró a casarla con su sobrino Pedro Ponte –que sería bisabuelo de Simón-, quien, en su testamento, fechado en 1716, tiene la
sinceridad de declarar: <<que
al tiempo y cuando contraje el dicho matrimonio, no tenía yo caudal ni bienes
algunos, y la dicha mi mujer trajo a él unas casas en esta ciudad en la
plazuela del convento de San Jacinto, y una Hacienda arboleda de cacao situada
en el valle de San Nicolás, jurisdicción de la ciudad de Barquisimeto y otra
hacienda asimismo de cacao en el valle de Niaren, jurisdicción de la ciudad de
Nirgua, con diferentes esclavos, así en la una como en la otra, con la posesión
de tierras que a cada una de dichas haciendas pertenecen, los que otras veces
me fueron entregados por el dicho mi tío, como tutor que fue de la dicha mi
mujer>>
No cabe duda de que los Ponte y Jaspe de Montenegro eran
una familia aprovechada, que se dio maña para quedarse con la fortuna de Marín
de Narváez. Eran de La Coruña, donde
nacieron tanto el Proveedor, que así miraba por su familia, como el sobrino tan
bien provisto, su padre, su madre y sus abuelos maternos. Reservemos la
observación para más adelante, así como esta veta de color que a través de los
taimados gallegos y del granadino Marín entra en la familia del Libertador;
porque el sobrino del tutor-Proveedor y su acaudalada consorte fueron
los padres de María Petronila de Ponte y Marín de
Narváez, abuela paterna de Simón Bolívar.
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Por estar relacionado con
este tema, transcribiré seguidamente el texto con el que comienza Salvador de
Madariaga el capítulo II de su obra, titulado: LAS RAÍCES.
Mucha y buena
labor se ha hecho ya para desentrañar y sacar a la luz las raíces de Bolívar;
pero quizá adolezca de excesiva concentración en la línea masculina directa y
en el apellido Bolívar. El árbol genealógico, en doce generaciones, con sólo, ciento
treinta antepasados conocidos, revela nada menos que sesenta nombres distintos,
cualquiera de los cuales, a no ser por la costumbre de designar a las personas
por el nombre de la línea paterna, hubiera podido ser el del Liberrtador. Ante
la ley se llamó Simón de Bolívar. En cuanto a la sangre, lo mismo se hubiera
podido llamar Simón Rojas, o Herrera, o Vázquez de Escobedo, o cualquiera de
los demás apellidos que por docenas figuran en su árbol genealógico. De ellos, lo
menos tres merecen tanta atención como el que sus hazañas han impreso en la
Historia.
Árbol genealógico en Ponte, que se
remonta a la casa real de Castilla. La parte útil se hallará reimpresa en
Larrazábal, t. I, frente a página 438. Ni completo, ni exacto, pero útil. Los sesenta apellidos son: Bolívar, Ponte,
Palacios, Blanco, Martínez de Villegas, Gil de Arratia, Marín de Narváez,
Blanco de Herrera, Rebolledo, Xedler, Ladrón de Guevara, Aguirre, Andrade,
Infante, Jaspe, Liendo, Montenegro, Zárate, Rijas, Revilla, Maldonado, Villela,
García Fernández de Araujo, Ascensio, Ascanio, Ochoa, García, Bustamante, Sojo,
Austria, Gámez, Puerta, Díaz Moreno, Martínez de Madrid, Pacheco, Cuaresma de
Melo, Céspedes, Arias Montano, Gerardis, Paz, Ochoa de la Rementería, Ibarguen,
Gómez de Ampuero, González, Gómez, Rodríguez, Santos, Escobedo, Fajardo,
Andixpe, Hernández de Samaniego, Vázquez de Escobedo, Fernández de Clavijo,
Mercadillo, Vergara y Moreno. Se da el caso de
que el apellido Bolívar se hizo consuetudinario en la familia porque Simón de Bolívar el viejo prefirió el nombre
materno al paterno, que era Ochoa de la Rementería.
Estos sesenta
apellidos son como otras tantas raíces por donde
llegan hasta Simón Bolívar las savias de tantas familias del nuevo y del viejo mundo
para nutrir su ser con memorias y tradiciones mucho más fuertes que su propia conciencia
de ellas. No ha calado hasta lo hondo del Libertador ni ha comprendido su
carrera accidentada y a veces al parecer incoherente quien no haya explorado
primero estas avenidas de su abolengo por donde su ser arraigaba en la tierra
histórica de su pueblo. Porque todo hombre,
grande o pequeño, es suma de miles de antepasados y por consiguiente
resumen de todo el pueblo en cuyo seno
viene a la vida.
Antonio Castejón. puxaeuskadi@gmail.com www.euskalnet.net/laviana/
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