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Crónicas brasileñas.

Autor: Agostinho Castejón.

 

Sobre Agustín se trata en Genealogías Hispanas de esta web, en el apellido Castejón, en su apartado V.4.6.

 

Traducción del portugués: Antonio Castejón.

Parte Primera: Cuestión de óptica.

I -  Cuestión de óptica.                                       

II –El mito de la Favela y la Senzala.                

III- La opción preferencial por los pobres.         

IV -¿Porqué el Morro?.                                       

V - Dimensiones de una visión teológica.          

VI -Eficacia sí, eficacia no.                                 

I- CUESTION DE ÓPTICA.

Es interesante observar cómo las cosas mudan, cambian para nosotros, dependiendo del punto de vista, del lugar o posicionamiento social desde donde cada uno observa: de la óptica. Si nosotros estamos zambullidos hasta las orejas en el medio social de la clase media-alta, del coche y zona residencial, de las bibliotecas, del aire acondicionado y del televisor en color, acabamos viendo las cosas desde un punto de vista determinado tanto cuando discurrimos teóricamente sobre la realidad social, como cuando propugnamos principios y teorías sobre las transformación social, o cuando organizamos obras de promoción social... Hay algo en esto que no encaja.

Un ejemplo de óptica: La lluvia.

En el tráfico la lluvia siempre perturba, disminuye la visibilidad, aumenta el peligro de la carretera, provoca accidentes, causa embotellamientos. Para el campesino la lluvia siempre es bienvenida, sobre todo la lluvia mansa, blanda, que penetra suavemente en la tierra. Para el turista la lluvia impide el goce de la playa y el cumplimiento de los programas previstos...

En el Morro la lluvia escasa, suave, nada resuelve, nada vale. Es buena la lluvia fuerte, el chaparrón que dura una hora o más y limpia la ladera. Y es la misma lluvia que crea problemas en las calles de San Clemente, Matriz y Voluntarios.

En la hora de lluvia brava la gente sale de las barracas con botas de goma y azada, y empuja la basura para abajo. En el primer día en que una lluvia de esas me cogió aquí, yo estaba desprevenido. Cogí lo primero que me vino a mano y empujé la basura con el cabo de una escoba. No dio para mucho, y además era peligroso porque el agua descendía fuerte y llevaba tablas, latas, basura, y todo lo que encontraba por delante. Después fui aprendiendo.

No es nada agradable ir al barranco cuando llueve fuerte, a las tres o cuatro de la madrugada. Pero los favelados van. ¡Y qué remedio! De lo contrario la basura comienza a atollar en tu barraca, y eres tú quien lleva la peor parte.

Hay un acuerdo tácito: cada un empuja la basura frente a su chabola y frente a la de su vecino si éste no estuviera. Más que solidaridad tenemos aquí un gesto de necesidad.

Cuestión de óptica: Imagino que el personal de allá abajo, de la ciudad, cada vez que llueve fuerte debe pensar que el morro debería ser destruido, removido.

El mismo fenómeno de la lluvia se da en relación a otros aspectos de la vida y de la situación social, económica y política... Sólo que en todos estos casos, cuando “llueve”, “la lluvia hace caer la basura por encima del morro”... Por ejemplo:

***Una huelga vista en el contexto y en la mentalidad de la clase media-alta o alta (con excepción de los grupos ideológicos o académicos) es un desorden, un desastre, una pérdida de días de trabajo y de productividad, una reducción del crecimiento del Producto Nacional. El mismo fenómeno, la huelga, visto del otro lado, es una forma legal de presión del asalariado para tener un nivel de vida más digno. Y cada uno se posiciona al respecto según su estatus social.

***La violencia policial, cuando no atañe a personas del propio nivel o clase social, aparece como una defensa del orden social, persecución a  los haraganes, a los marginados, a los traficantes...

Es necesario respetar la acción de la policía, porque ella defiende la paz social. Siempre con una distinción muy nítida entre los hijos de papá y los bandidos, entre los buenos, héroes al servicio de la sociedad, y los malos, que están ahí para destruirla... (La educación del policía y del militar y su entrenamiento para la acción inmediata, refuerza de manera exacerbada esa división contundente...). Sí, la violencia policial, vista del otro lado, es mucho más discriminatoria.

Basta ver cómo un policía trata a una persona blanca, bien vestida o conduciendo un coche de lujo, y cómo lo hace con un favelado, o cómo trata a un hombre pobre, negro y mal vestido. Las torturas y la violencia policial salen en los periódicos y se proclaman a los cuatro vientos cuando alcanzan a presos políticos de la clase media. Pero ya existían y continúan existiendo con el personal de la clase baja, en las investigaciones rutinarias. El preso de “buena familia” es tratado con mano de guante...

***El sistema judicial, visto desde un lado, es un  proceso equilibrado que defiende los derechos de cada uno de la sociedad; es un proceso para castigar los crímenes y agresiones contra los derechos de los demás o contra el bien común.

Visto desde otro lado, es muchas veces un proceso para defender los intereses de los que tienen... Basta ver los procesos de juicios llamativos destacados por la prensa y los resultados de los mismos. Como decía un jurista: “La justicia es la justicia de los pobres, no porque defienda sus derechos, sino porque cae encima de ellos con todo el peso de la ley”...

***El salario mínimo, el salario de la empleada doméstica, un salario un poco por encima del mínimo, visto del lado del empresario, de la dueña de casa, es un salario legal propuesto y aprobado por el gobierno o determinado por el mercado de trabajo, que no puede ser aumentado porque tornaría la empresa en deficitaria o el producto no competitivo en el mercado. A fin de cuentas, como me decía un empresario algún tiempo atrás: “El ahorro es necesario para que haya desenvolvimiento en el país... Y el empresario que crea empleos está ayudando a sustentar las familias de los menos favorecidos. Si usted divide, reparte ahora, usted descapitaliza a las empresas, y usted va a dividir y repartir miseria. Es preciso que el pastel crezca para dividirlo”... Y así...

Visto del lado de la mayoría de los asalariados de miseria, el problema es de sobrevivencia.

El salario apenas da para no morir de hambre... ¡He ahí la lluvia llevando la basura morro arriba!

***Visto del lado de arriba, es muy natural que el operario invierta cuatro o cinco horas diarias de autobús. Y no puede retrasarse ni diez minutos, porque pierde el descanso remunerado y el salario del día... En cuanto al gerente, al ejecutivo o al patrón, pueden llegar al trabajo (en cómodo coche)  a las diez de la mañana. Es muy natural que el operario gaste casi una cuarta parte del salario mensual en medios para llegar al trabajo. Y si el tren o autobús no paró, ¡mala suerte y peor para él! Yo conozco mucha gente que sale de casa a las cuatro y media de la mañana para llegar al trabajo a las siete, y llega de regreso a las diez de la noche después de caminar dos o tres horas a pié...

***Visto del lado de la clase media o de las clases altas, lo más importante es la democracia, con todos los adjetivos con que la adornan. Visto del otro lado... eso no llega al nivel de preocupar, porque el puchero está vacío, y el hijo está enfermo, y no hay dinero para el médico particular, y el cansancio es demasiado, y no hay salida...

***Vista desde la ciudad, la favela es una enfermedad de la ciudad que perjudica la buena marcha de la sociedad, la paz social, porque es lugar de refugio de delincuentes. Vista desde  dentro, la favela es una realidad enteramente diferente...

En fin, hay un montón de actitudes, opiniones y posicionamientos en la vida en que nosotros nos situamos en función del punto de vista, de la óptica o del contexto del grupo social en que estamos insertados.

La misma visión teológica y religiosa está profundamente marcada y en muchos casos determinada por el punto de vista, por el contexto. Esa interferencia del contexto social, de la visión de nuestra clase, es en la mayor parte de los casos inconsciente y, por eso mismo, más peligrosa, porque fácilmente es racionalizada.

Se pasa entonces a atribuir a razones de lógica, de ley natural de las cosas, de orden y paz social, y hasta de razones fundadas en el Evangelio, muchas opciones, actitudes y posicionamientos que, en la realidad, no pasan de ser puntos de vista de una clase social, principios ideológicos, o aun intereses de grupos socio-económicos con los que acabamos identificándonos por puro proceso de osmosis.

Parte 1ª - CUESTION DE OPTICA.

II - EL MITO DE LA FAVELA Y LA SENZALA.

Vista desde fuera la favela asusta. Asusta porque contiene un potencial explosivo. Asusta principalmente a las personas de las clases más favorecidas (¿favorecidas por quién?). No sé si en el subconsciente hay ahí algo de complejo de culpa (nosotros tenemos y ellos, aquí al lado, no tienen) mezclado con un fondo de miedo de que ellos vengan y tomen lo que es mío con violencia y crimen... Y así los crímenes son luego atribuidos a los favelados; la culpa es de ellos.

Esa imagen es cultivada por una serie de medios de comunicación que refuerzan el misterio y la aversión: una forma sutil de mantener la distancia.

Para la mayor parte de las personas la favela es sinónimo de promiscuidad, violencia, asesinatos, inmoralidades, revueltas... en fin, es el submundo del crimen y de la miseria.

Al mismo tiempo se mantiene una nota poética respecto a la “barraca de cinc, sin pintura, sin tejado... que está más cerca del cielo”, y un aspecto folclórico centrado en torno a las escuelas de samba, a las fantasías del carnaval. Pero esta dimensión de vena poético-folclórica se mantiene a distancia. Si fuese posible hacerlo sin mucho peligro, más de una agencia de turismo tendría ya incluida en su programa una visita turística (“safari de la miseria”) a la favelas de Rocinha, Santa Marta, Morro de los Cabritos... Y seguro que tendría muchas inscripciones, pagando un buen dinero por ver y fotografiar de cerca ese mundo de misterio y miseria...

Pero no hay duda de que la imagen que prevalece es la de la favela como mundo misterioso de violencia, promiscuidad y miseria... “El favelado es ignorante, perezoso, marginado,  y sobre todo agresivo”. Un peligro.

Ese mito tal vez tenga su raíz histórica en la imagen de la Senzala vista desde la Casa Grande (Senzala: parte de la plantación en que vivían los esclavos. Casa Grande: casa de los dueños en la hacienda). Siempre había el riesgo de que los esclavos se revolviesen contra los señores y viniesen rompiendo y matando para adquirir su libertad. En la ciudad actual no deja de haber una buena semejanza. Para mantener el peligro de la Senzala bajo control, eran utilizados recursos de lo más variado: el látigo y otras formas de castigo físico; el marcado con hierro caliente como al ganado; el capataz; el propio esclavo actuando contra otros esclavos a cambio de algunos privilegios personales; la represión violenta ante cualquier tentativa, amenaza o simple pensamiento de revuelta. Es lógico que casi nunca fuese utilizado el castigo de prisión, porque eso representaba la paralización de mano de obra esclava. Indirectamente, el patrón estaría castigándose a sí mismo por la indisciplina del esclavo. Mas ese tipo de castigo era ejercido no a nivel individual sino a nivel social, de tal manera que el esclavo revoltoso no tuviese a donde recurrir, a donde huir. La única solución era la sumisión.

El sistema colonial se basaba en la fuerza del trabajo esclavo. Era fundamental, por tanto, que él fuese trabajador y sumiso. Y esto no se conseguía sólo a fuerza de castigos. La mitología, la ideología en toda su complejidad que incluye la utilización de formas religiosas de expresión, la penetración en la propia estructura psicológica del individuo y de la colectividad de esclavos; la introducción de los valores del dueño, del propietario, en la conciencia del esclavo, hasta el punto de aceptar su situación como fatal, irreversible e incluso querida por Dios, eran formas de sustentación del sistema. Esto no significa que estos recursos fuesen consciente y maquiavélicamente utilizados por todos los señores de esclavos para mantenerlos en su lugar, sumisos, trabajadores y sin reivindicaciones. Y mucho menos significa que la Iglesia y los predicadores del Evangelio buscasen conscientemente esa sumisión como objetivo explícito y consciente.

Hubo muchos casos de reclamación del derecho del esclavo;  hubo muchos casos de reivindicación ante las autoridades de un tratamiento nuevo para los esclavos y de reivindicación y lucha por la libertad de los indios; casos respaldados por la Iglesia. Pero, objetivamente hablando, en muchas ocasiones, tal vez en la mayoría de los casos, la actuación de los predicadores y de la Iglesia en general fue más en el sentido de apoyo a la estructura esclavista. Es difícil de comprender esto hoy. Mas tal vez no sea tan difícil si hacemos una transposición a nuestros días.

Ese pasado de esclavitud y sus estructuras no son tan “del pasado”. Me parece que todos esos recursos de manipulación y opresión para mantener al esclavo sumiso y obediente, resignado y pacífico en el proceso de la esclavitud, continúan siendo utilizados en nuestra estructura social, con pequeñas adaptaciones de barniz en la fachada.

El cultivo del mito de la favela como lugar de crimen, terror y gandulería; como lugar de refugio de ladrones, me parece uno de esos medios. Los grandes ladrones no viven en la favela.

Quien roba poco es ladrón, quien roba mucho es barón”.

Los grandes propietarios de tierras en Mato Grosso y en la Amazonia, que desalojan a los indios, pequeños agricultores, a hierro y fuego, viven en Río. Frecuentan nuestras escuelas, nuestras reuniones sociales, y tal vez nuestras Iglesias...

Los soldados de la policía se aproximan en la escala social y en su relación con los favelados, como el capataz esclavo que subía un poco de categoría para mantener a los otros esclavos en su lugar. Ellos viven en la periferia, en el cuartel o en la propia favela; su nivel de vida es más o menos similar. Y ahí están, entrando en la favela con violencia y fuerza, arriesgando a veces la vida para garantizar la paz de la Casa Grande de cuyos beneficios ellos y sus familias también son excluidos.

La Televisión es factor de trastoque de valores, de sueños, y es calmante alienador. Eso merece un capítulo aparte. Silvio Santos, Chacrinha o El Fantástico, cada uno a su modo y a su nivel (y principalmente las telenovelas) venden al pueblo las ideas, valores, cultura y criterios de la Casa Grande. Píldoras de alienación servidas al fin del día.

En la propia actual Senzala se crían o son absorbidos otros elementos que actúan también como anestesia, fuga y tranquilizante. El aguardiente, la escuela de samba, el fútbol, etc.

En fin, yo apenas quería decir que la favela asusta por el potencial explosivo que contiene. Y que hay una infinidad de formas de control de ese “barril de pólvora”, no sólo a través de la represión por la fuerza, sino también a través de mitos, ideas y valores engañosos.

El mismo mito de la favela peligrosa, contaminada y violenta forma parte, creo yo, de esa defensa de la Casa Grande. Con ese mito, entre otras cosas, resulta mucho más fácil y “justificado” tomar medidas de desfavelamiento y llevar ese personal allá lejos, al fin del mundo. Se barre y se esconde la basura social bajo la alfombra. Allá lejos, la gente no ve; y ahí, lejos de la vista, el problema no existe ya. Río volverá a ser la Ciudad Maravillosa, libre para los turistas, el comercio y la playa... A fin de cuentas, ¿no dicen que Río está tornándose en una de las más peligrosas ciudades del mundo? ¿Y de quién es la culpa? Naturalmente, la culpa es de los marginados que están aquí al lado, en las favelas... ¿Y no dijo el gobernador de no sé que Estado de Río que el problema de la polución de la bahía de Guanabarra era culpa de las favelas?

Ese mito, en cierta manera, “justifica” o “explica” las diferencias sociales existentes: Peligrosos, delincuentes, holgazanes... Por eso no salen de ahí. Sólo piensan en el aguardiente, el fútbol y la samba... ¿Cómo van a progresar?

En la mayor parte de los casos, la religión católica vino pregonada (o tal vez impuesta) por la Casa Grande. El Padre era convidado, acogido y bien tratado en la Casa Grande, como alguien identificado con los valores, la cultura, la educación y las tradiciones de los señores.

A instancias del señor, el Padre venía también para inducir a los esclavos a la paciencia, la resignación como “la voluntad de Dios”, la esperanza en la salvación en la vida futura, en el más allá.

El mismo hecho de hospedarse y ser bien tratado en la Casa Grande era ya un anuncio de identificación, una toma de posición.

El punto de vista implícito en la predicación, era evidentemente el de la Casa Grande. El Universo cultural, los valores destacados reforzaban esa visión.

En muchos casos la religión actuó -y continúa actuando- como factor de confirmación de la división “natural” entre la Casa Grande y la Senzala, ratificando los privilegios de la primera y anestesiando los sufrimientos de la segunda. Principios que llevan en sí una fuerte dosis de verdad son interpretados y distorsionados de tal manera que acaban creando en el pueblo una reacción de pasividad y conformismo. Por ejemplo: "Lo importante es salvar el alma, allá en la vida eterna”. “El poder de Dios puede hacer milagros”. “Las cosas están así porque es la voluntad de Dios”. “Necesitamos sufrir porque Jesucristo también sufrió”. Todo eso, mezclado con mitos y expresiones de religiosidad popular, y reforzando la pasividad y la paciencia, acaba sirviendo como anestesia de la Senzala, muy conveniente para la Casa Grande.

El anuncio del Evangelio hecho desde la Casa Grande no era neutro, puro, aséptico. Llevaba consigo el reforzamiento de todo el sistema de dominación.

¿Y hoy?

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Parte 1ª: Cuestión de Óptica.

III – LA OPCION PREFERENCIAL POR LOS POBRES.

 

¿Qué significa que la Iglesia haya escogido en Puebla a los pobres como “opción preferencial”?

“Opción preferencial por los pobres”.

¿Qué significa eso?

Estoy viendo que, en la misma forma que ocurrió con otros documentos y posicionamientos de la Iglesia, ésta será una frase o idea que será interpretada dentro de los esquemas mentales e ideológicos de cada lector. No en vano decía ya la sabiduría escolástica que “quidquid recipitur, ad modum recipientis recipientur” (cualquier cosa es recibida de acuerdo con la naturaleza del recipiente)... Más o menos, tal como el agua se adapta a la forma del vaso, de la garrafa o del frasco.

Una opción preferencial por los pobres puede significar una serie de cosas:

-Que en los discursos se va a hablar mucho más sobre los pobres.

-Que van a ser promovidas más obras de asistencia social.

-Que va a ser más incentivada la “caridad cristiana” en las campañas de recogida de ropa, de alimentos, etcétera.

Una opción preferencial por los pobres, en los términos de Puebla (“Preocupación preferencial en promover y defender los derechos de los pobres, marginados y oprimidos” – nº 977) incluye, a mi entender, un posicionamiento al lado de, a favor de, junto con los oprimidos. Si esto significa o no un opción de clase, es otra cuestión.

De mi parte, no creo que esto pueda ser pasado por alto, como un afirmación abstracta, teórica o tal vez poética o afectiva: una declaración de amor platónico a los pobres.

Concretamente, ese posicionamiento tiene que traducirse en actitudes reales y palpables, por ejemplo, en cuestiones como la huelga, la tortura, la amnistía, la persecución de la policía, la marginación de los indios, del pequeño agricultor, del favelado, los salarios de hambre, la explotación del pobre...

Cuando la gente toma esta realidad en su específica dimensión real, en su “rostro concreto”, comienzan a concretarse también las exigencias de la toma de posición.

Y yo no veo cómo esta toma de posición pueda ser tomada siempre de manera “pacífica” que agrade y satisfaga a todo el mundo. Porque en muchos casos concretos, esa opción exigirá un posicionamiento al lado de los intereses legítimos de los marginados y de los oprimidos, y por tanto, contra los intereses de las personas de nuestra clase socio-económica, contra los intereses también de personas muy concretas y que debido a nuestra forma de inserción social, están muy cerca de nosotros (convivimos con ellas, frecuentamos su casa, bautizamos a sus hijos, etc.).

Y es ahí cuando las palabras “opción preferencial” y “pobres” comienzan a quedar embrolladas. Y ahí comenzamos a interpretar, a sofisticar; comenzamos a dar para atrás en tal opción. No creo que nadie en la Iglesia tome una opción explícita y consciente para defender los intereses de los ricos, de los que marginan y oprimen. Pero en la práctica, hacemos muchas veces eso.

Ahí surgen las interpretaciones de que la huelga es una forma de violencia y que la Iglesia está contra toda forma de violencia; que el clima de huelgas está comenzando a reproducir el clima del 64; que la tortura es un mal indeseable pero en ciertas circunstancias necesario; que la favela perturba el paisaje carioca, además de provocar desorden social por la concentración de delincuentes; que es preciso reforzar la policía, porque el problema de la ciudad es la inseguridad personal; que la policía debería ser más enérgica con los otros... y por ahí adelante.

De la opción sobre el papel a la opción en la realidad hay mucho camino por andar.

En el fondo me parece que hay aquí una cuestión de óptica social, de perspectiva de la lectura del propio Evangelio. Sin darnos cuenta, encuadramos el Evangelio dentro de nuestra ideología de clase social de profesionales liberales; vemos el mundo, la realidad social y el propio Evangelio, la vida espiritual, el “Apostolado” y la acción social dentro de esa estructura mental.

Sin mucha explicación, vemos el mundo desde la óptica del lugar social en que estamos insertados, lo que por otra parte es muy natural.

Todo nuestro trabajo y nuestras obras (incluso las de cuño social) son pensadas, organizadas y promovidas con, como y para los miembros de nuestra clase social.

CON ellos, porque  en nuestros grupos de encuentro, de oración... trabajamos en medio de ellos y somos asesorados por ellos.

COMO ellos. Con la misma estructura mental, con los mismos objetivos y con los mismos criterios de valor, eficacia y fruto. Como ellos hasta en el estilo de vida, nivel socio-económico, nivel cultural... Como ellos, valorizando  las mismas formas de relación, de trabajo y de descanso. Como ellos, poseídos por los mismos valores en cuanto a viajes, fiestas, programas de TV, cine y teatro. Como ellos, leyendo la misma prensa y asistiendo a los mismos shows, bebiendo los mismos whiskys y hasta frecuentando los mismos clubes, las mismas playas y las mismas piscinas. Como ellos, participando en las mismas reuniones, viviendo en los mismos apartamentos de clase media-alta... Como ellos, preocupados con el problema de la inversión rentable de nuestros cruceiros, del aumento del precio del automóvil...

PARA ellos. Incluso en las obras sociales, en la tentativa de despertar una conciencia social, de llevar a las personas a que se preocupen de los pobres, trabajamos para los miembros de nuestra clase social, para que “despierten” al problema social, que ellos se comporten como cristianos ayudando a quien lo precisa. “Quien lo precisa” entra ahí “in obliquo”, atravesado, inconscientemente instrumentalizado para perfeccionar a las personas de nuestra clase social. Entra ahí el marginado como “figurante” (o como Pilatos en el Credo), como objeto de proyectos y apostolados planeados y ejecutados sin él, con instrumental y métodos que no son de él. Supuestamente beneficiario, pasivo, parado y agradecido.

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Parte 1ª - CUESTIÓN DE ÓPTICA

IV - ¿Por qué el Morro?

Pero, en fin, cuál es su trabajo en el Morro? ¿Cómo va su trabajo en el Morro?

Muchas personas me hacen ese tipo de preguntas. “Trabajo”. Yo no entiendo mi presencia en la favela como un trabajo. Es mucho más simple y, al mismo tiempo, tal vez más complejo. Una tentativa de vivir y sentir la vida desde el otro lado; una tentativa de caminar con y como ellos; una tentativa de concretar esa opción por lo pobres, de oír el clamor del pueblo de cerca. Y las explicaciones van por ahí, siempre incompletas, porque es una experiencia que va abriéndose en abanico cada vez más amplio.

Siempre hay dos dimensiones de un hecho: el hecho en sí mismo y la o las lecturas que se hacen del mismo.

El hecho de haber pasado a vivir en la favela puede tener y ciertamente tiene las más variadas lecturas. Los mismos favelados, mis vecinos, encuentran extraño que un Padre more en una favela: “¿Un Padre vivir en una favela? ¡Alguna otra intención habrá oculta!”.

Ahora que la confianza va haciéndose mayor, algunos amigos y vecinos me cuentan sus interpretaciones iniciales, que son de lo más variado: incluyen desde hipótesis de orden político hasta la búsqueda de un punto de encuentro con alguna amante oculta...  Y fuera de la favela, ciertamente las interpretaciones son más variadas y críticas, lo que me parece bastante razonable. La más frecuente es la de “actitud demagógica”.

Voy a intentar contar con sencillez lo que me llevó a tomar este camino:

--El hecho en sí mismo es ése que está ahí; después de ir allá durante algunos meses en los fines de semana para celebrar Misa, surgió la necesidad de tener un punto de asiento en el mismo morro. Por Cr$ 15.000,00 compré una barraca de estuco y tejado de zinc, ya amueblada con cama, fogón, mesa de sala, etcétera. La barraca, situada en lo alto de la favela, pertenecía a un norteño que había desistido de tentar la vida por aquí, en Río, y se había vuelto a su Recife.

La “escritura” fue simplemente un documento de compra, debidamente sellado para certificar que no tenía cuentas de luz impagadas. (Por cierto, cuando estaba tratando del precio, surgió otra oferta hecha por un favelado: “por diez mil le vendo para el señor mi barraca de “puerta con cerradura”, con mujer y críos y todo... ¿Vale?”.

Con ello pasé a quedar más tiempo por allá. Pasé a dormir de vez en cuando allí los sábados, cuando las reuniones parroquiales terminaban tarde.

Y desde el mes de noviembre de 1978 pasé a vivir allí. Continúo vinculado a la Comunidad de Jesuitas de la Universidad, pero residiendo en el Morro de Santa Marta.

En cuanto a los motivos que me llevaron a dar tales pasos, para mí están bastante claros. No tengo la pretensión de sistematizar un tratado socio-teológico. Intentando presentar tales causas de una manera simple, podría decir más o menos así:

**El Evangelio es la Buena Nueva anunciada a los pobres: “Escuchad, hermanos, ¿por ventura no escogió Dios a los pobres de riquezas de este mundo para ser ricos en la fe y herederos del reino que Él promete a aquéllos que Le aman?” (Tg.2,5).

**Los pobres no sólo son los destinatarios de la Buena Nueva del Evangelio, sino también los portadores de la misma a la buena tierra donde la semilla plantada produce buen fruto. La lectura del Evangelio a través de los ojos de los pobres es más nítida y transparente.

**La Iglesia viene tomando una conciencia cada vez mayor y más clara de que la acción pastoral debe volverse cada vez más hacia los pobres; pero no simplemente en el sentido de ayudar a los pobres o de organizar obras sociales para servirlos, sino en el sentido de insertarse con ellos. No solamente “para” los pobres, sino “con” y “cómo” ellos, en busca de una liberación mutua y plena, haciendo parte esencial del Mensaje Evangélico el de la liberación de la pobreza y la creación de un mundo más justo y humano.

Esa liberación es mutua, porque los pobres tienen un papel en la liberación de la propia Institución Eclesial, de la sociedad dividida en clases, y en la liberación de los mismos poderosos y detentadores de riquezas. Esa consciencia de que la Institución Eclesial, las Congregaciones e Institutos religiosos, y las propias personas insertadas en la Iglesia necesitamos ser liberados por el Evangelio recibido de los pobres; esa consciencia no es aún muy asumida. Aun cuando se toman actitudes o posicionamientos a favor de los pobres, me da la impresión de que todavía hay un aire de superioridad, de paternalismo, en forma subliminal en muchos de esos documentos, declaraciones y posturas.

Por un lado, las declaraciones de “opción preferencial por los pobres” pueden quedar a nivel de puras declaraciones de amor platónico, que no alteran nuestro estilo de vida ni nuestras opciones concretas. Por otro lado, los posicionamientos ideológicos de nuestra intelectualidad universitaria de izquierda a favor de las clases populares o de las clases trabajadoras,  tienen mucho de eslóganes sin compromiso personal alguno...

Se defiende una causa sin  compromiso personal con los individuos. Se habla de clases sociales oprimidas de una manera distante, como si se estuviera hablando de grupos de ratas de laboratorio social.

**Durante mucho tiempo se entendió en la Iglesia que era de fundamental importancia trabajar con agentes de transformación y se entendía que estos agentes de transformación eran los miembros de las élites. Estas élites eran identificadas inicialmente con los príncipes o reyes que, una vez convertidos, tenían la posibilidad de ayudar más en la propagación del Evangelio y de contribuir a la transformación social. En una sociedad estática y estratificada, eso parecía lógico y conveniente. No creo yo que debamos juzgar épocas pasadas desde un contexto totalmente diferente, en un contexto social de conciencia histórica y colectiva diferente.

**Posteriormente, esos príncipes y nobles fueron siendo substituidos por los ricos, empresarios, comerciantes, industriales... ahora ya en una estructura de sociedad diferente; después surgió una conciencia colectiva social mucho mayor. Hoy parece mucho más claro que no se puede esperar mucha transformación social de las mismas personas que son las beneficiarias del actual sistema social y de las injusticias en él injertas.

**La idea de que el rico también precisa ser liberado por el Evangelio, no puede quedar al nivel de la pequeña generosidad, de la “caridad” en las promociones de campañas de ayuda. La liberación del rico supone su propia liberación de la riqueza. Y en esto el Evangelio es tremendamente contundente.

No se puede negar que nosotros, en la Iglesia y en las Congregaciones Religiosas de un modo bastante generalizado, tenemos concentrado nuestro trabajo muy especialmente en el servicio a las élites, entendiendo por tales a las clases más privilegiadas de la sociedad. Igualmente los trabajos de asistencia social son realizados, en general, junto con las clases privilegiadas, “en beneficio de los pobres”. En cierta manera, no deja de ser una forma de trabajar con y para las clases más privilegiadas: para desarrollar en éllas las virtudes de la caridad, la compasión y el amor al prójimo... En el fondo surge aquí la pregunta de si no se trata de un modo de connivencia implícita. Por lo menos en forma de duda, creo que esto puede aplicarse a una serie de nuestras obras asistenciales.

**Me parece que esa “opción preferencial por los pobres” pide mucho más que la simple multiplicación de obras y trabajos en beneficio de los pobres. Pide “una revisión de nuestros compromisos y connivencias” dentro de la sociedad en que estamos insertados; pide una revisión de nuestros trabajos en función de servicio de la fe y de la promoción de la justicia no como dos cosas separadas, sino como una única realidad con dos dimensiones: el servicio de fe incluye la lucha por la promoción de la justicia en su plenitud.

**Estas ideas son vividas hoy intensamente por toda la Iglesia en la América Latina; son revividas constantemente en los documentos de las Congregaciones Religiosas, y específicamente en los documentos de la Compañía de Jesús, que piden incluso que un número mayor de Jesuitas pase a actuar regido por aquéllas. Parece evidente que hay aquí una intensa llamada del Espíritu Santo en la Iglesia de hoy.

** Para mí, sumado todo lo dicho, da un raciocinio tan simple como que dos y dos son cuatro, al menos cuando lo vemos así objetiva y tranquilamente, prescindiendo de obras y trabajos ya existentes que absorben a las personas, con su historia, sus compromisos y sus contextos reales.

**Por otro lado, en todo este proceso yo no pongo ninguna tentativa de generalización, ni ninguna forma de acusación a otras personas o a otras Obras de la Iglesia o de la Compañía. Creo que el proceso histórico de cada uno es diferente. La lectura de los documentos de la Iglesia hoy está hecha desde un punto de vista específico, dentro de una determinada circunstancia histórica y personal, dentro de una estructura mental y psicológica propia de cada uno. Basta examinar las lecturas hechas de los discursos del Papa en Méjico y de los documentos de los Obispos en Puebla... Porque al no estar dentro de su estructura mental y psíquica ni en su circunstancia histórica personal, no podemos atribuirnos el privilegio de juzgar a los otros. En el nivel subjetivo, por tanto, y no en el nivel concreto de la posición de cada uno, no hay posibilidad de intromisión. Juzgar a las personas y  sus actitudes es, en mi opinión, una forma de violentar a las personas, de forzar la entrada en su mundo interior.

**Aun así, se mantienen las observaciones de orden objetivo que no pueden ser escondidas, y que salvando todas las intenciones de nivel personal-subjetivo, permiten analizar la actitud, las obras, las instituciones. Por ejemplo:

**La situación de injusticia social en la América Latina va tornándose cada vez más escandalosa, distanciando cada vez más a los que detentan el poder y la riqueza de aquellos que son utilizados, por la propia naturaleza del sistema socio-económico, en beneficio de ese poder y de esa riqueza; en beneficio del bienestar de los que poseen ese poder y esa riqueza.

“Los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres”

Me parece que esta situación debe ser denunciada y lo ha sido frecuentemente con palabras... Entretanto, nuestras denuncias verbales no tienen mucho eco. Primero, porque la palabra ya está gastada y nace muerta. La palabra es relativamente barata. Además, nuestra denuncia no tiene mucho sonido de autenticidad cuando nosotros mismos estamos asentados en el confort de todos los beneficios de ese mismo sistema que denunciamos.

**Yo no entiendo esa denuncia en el sentido de una gritería verbal, o en el sentido de repetición de eslóganes y palabras de orden de tipo ideológico o partidario o aun eclesial. Es mucho más simple y al mismo tiempo mucho más complejo: SOMOS HERMANOS PORQUE SOMOS HIJOS DEL MISMO PADRE: HERMANOS EN JESUCRISTO. Esta estructura social en que vivimos es injusta porque no coloca a los hombres al nivel de hermanos; es un orden social basado en la explotación de unos al servicio del lucro de otros; y este orden social y político está montado en beneficio de los propietarios, de los dueños de las empresas, bancos y tierras; es un orden social estructurado en función de un falso “orden” y paz social, con todo el aparato policial y militar volcado para el mantenimiento de “ ese orden y esa paz” que no pasan de ser “desorden y violencia” legalmente institucionalizados y sacramentados.

**La denuncia de esta situación me parece que forma parte de la “evangelización de las estructuras” de que hablaba Pablo VI en el “Evangelli Nuntiandi”. Y, como el propio Pablo VI indicaba, no bastan palabras, que dicen poco al hombre de hoy; es preciso el testimonio de vida.

**Si esto tiene implicaciones políticas, ¡que las tenga! No podemos quedar callados y cruzar los brazos por miedo a las interpretaciones que puedan ser dadas a nuestras actitudes y a nuestras palabras. “Ay de mi si yo no evangelizara”.

**La omisión o la pasividad frente a esta situación, es justificada muchas veces como tentativa de llevar adelante la Práctica del Amor Universal; de anunciar la Palabra a todos, ricos y pobres; de anunciar el Evangelio en su pureza... Utilizando un argumento muy común en las reuniones con los moradores del morro, yo diría lo siguiente: Yo puedo estar engañado. Los señores me disculparán si yo estuviera errado, pero, a mi manera de entender, “la pasividad o neutralidad” ante esto no representa ninguna pasividad ni neutralidad. Representa una forma de consentimiento, aunque sea implícito e inconsciente, de apoyo y de connivencia con el “status quo”. Y no creo que haya aquí ninguna forma de sofisma sutil.

**Me parece claro que la propia forma de anunciar la Palabra, la propia forma de espiritualidad de las personas o la manera de concebir o vivir el cristianismo, llevan, subconsciente o inconscientemente, una definición personal de actitud con relación a esa realidad social.

El problema está en la manera de explicitar el propio posicionamiento cristiano como parte integrante de expresión de fe en Jesucristo, que asume radicalmente la realidad del pobre y del pequeño (“Aquello que vosotros hicierais “por” o “con” uno de estos, vosotros los estáis haciendo por mí y conmigo” (MT.25,34).

**Naturalmente, el significado de “ser neutral” o “pasivo”, y el significado de “tomar actitudes” ante esa realidad, incluye una variadísima gama de niveles diversos. Cada uno, de acuerdo con su conciencia personal, su nivel de conciencia social o de coherencia, va tomando decisiones que acaban definiendo su trayectoria de fe, su historia y, en último análisis, su propia vida. No hay necesidad de ejercicios comparativos o de colocarse por encima ni por debajo de nadie. Se trata de una busca de coherencia en la propia respuesta a la llamada del Evangelio en el momento histórico en que la gente se encuentra. Una cosa que para mí está cada vez más clara es que no es suficiente con cambiar el tipo de discurso, ni repetir frases y palabras.

**Un detalle que me parece importante: la vida religiosa, como testimonio y anuncio del Reino, tiene aspectos que en determinadas circunstancias históricas tiene un peso mayor o menor. Por ejemplo: no sé hasta qué punto la pobreza religiosa, tal como es vivida hoy en nuestras comunidades de un modo general, tiene peso de testimonio, o bien si las más de las veces se transforma en contra-testimonio. Es una pobreza relativa.

**En mi caso concreto, todos esos datos me llevan a buscar una forma más concreta de “pasar al otro lado”; a buscar una forma más concreta de inserción en medio de los pobres para INTENTAR LEER EL EVANGELIO CON SUS OJOS, para intentar ver la realidad social desde otra óptica: del lado de los que están abajo. El mismo paisaje del campo cambia considerablemente dependiendo del lugar desde el que es observado. Y en ese contexto específico la tierra es buena para la simiente que estoy intentando plantar. Plantar, mas en el sentido doble –ACTIVO Y RECEPTIVO-, sentidos que se funden en uno solo (al mismo tiempo intentar llevar el Evangelio a ellos y recibir de ellos el Evangelio); en el sentido de busca de liberación plena, que incluye el Mensaje Evangélico en su sentido más completo:

--Desde la limpieza de las calles o casas, la unión de los moradores, la busca de mejores condiciones de vida y el despertar de conciencia política, hasta la celebración de la Eucaristía, la oración en común y la vida de Iglesia viva. En otras palabras, se trata de la búsqueda de la Evangelización, activa y receptiva, que incluye el trabajo concreto por una sociedad más justa y humana.

--No es ciertamente trabajo de un activista político, pero sí es acción evangélica con implicaciones socio-políticas que no hay por qué negar ni disminuir ni esconder.

--El desafío para la Iglesia Latinoamericana de una mayor inserción con los pobres, me parece que se torna más complejo en las periferias de las ciudades, y más serio todavía en las favelas de Río.

--Es ahí donde el trabajo de las Comunidades de Base ha encontrado mayores barreras.

**Finalmente, en este caso concreto, hay una intención subyacente en esta decisión: el hecho de vivir allí  y caminar con los favelados, y al mismo tiempo trabajar en tiempo integral en la Pontificia Universidad Católica de Río Janeiro en funciones de responsabilidad académica. El mundo universitario está también en el centro de las preocupaciones de la Iglesia en la América Latina, y ciertamente tiene un potencial indiscutible como agente de transformación y concienciación. Por un lado, existe ahí el desafío de aproximación de estos dos mundos, una aproximación que en muchos casos será de confrontación; y por otro lado, surge  el desafío de compaginar esos dos campos de vida y trabajo en nivel personal....”Mas isso sao outros quinhentos réis...” 

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Parte 1ª - CUESTIÓN DE ÓPTICA.

V - DIMENSIONES DE UNA VISION TEOLOGICA. 

Expongo seguidamente algunas ideas que me parecen significativas en el momento presente como base para mi visión teológica actual.

Naturalmente, no hay ninguna pretensión de sistematizar una visión teológica completa. Van expresadas en términos de tesis o ideas revueltas, si bien con una fuerte inter-relación entre éllas.

1.- Dios se reveló apasionadamente interesado en el destino del hombre, en la liberación del oprimido.

2.- La vida ofrecida por Dios no es simplemente una realidad futura, a ser experimentada después de la muerte, sino una realidad ya presente, que se expresa en nuestro compromiso en esa historia única que se realiza con la revelación de Dios y la Salvación.

3.- En Jesucristo, Dios asume plenamente al hombre, la historia y la vida humana en todas sus dimensiones.

4.- Esa visión de la historia, de revelación en la historia, y de fe expresada y vivida en la historia, exige del cristiano y de la Iglesia un compromiso, empeño real y actual, en la construcción de una sociedad justa y humana. El Reino de Dios es oferta y promesa de Cristo, pero al mismo tiempo es tarea y misión nuestra.

5.- El Reino de Dios debe ser construido aquí y ahora, aunque no pueda lograr aquí su plenitud. La justicia social en una sociedad fraterna, con amplia participación, libertad y distribución justa de los beneficios sociales, constituye un factor manifestativo esencial de ese Reino de Dios ya iniciado y por el cual todo cristiano debe luchar.

6.- Nuestra actuación personal, profesional, religiosa, social, etc., puede contribuir objetivamente en dirección a la construcción de ese Reino. Mas también puede contribuir objetivamente como obstáculo a la construcción de ese Reino, aunque subjetiva e intencionadamente tengamos la buena voluntad de servir a Dios y la intención de dedicarnos al servicio de los hombres o hasta de los más pobres.

7.- Lo mismo puede decirse respecto a la contribución objetiva de actuación de grupos, Instituciones, Congregaciones, y de la propia Iglesia como Institución.

8.- La Iglesia es señal del Reino; mensajera de Justicia, Liberación y Fraternidad. Pero élla, que debería colocarse siempre al lado de los pobres, con ellos, anunciando el Reino, no siempre fue o es fiel a su misión. Muchas veces, en el pasado y en el presente, en circunstancias bien concretas, la Iglesia se colocó y se coloca a contramano de la historia; se coloca al lado de los poderosos, de los ricos, de los opresores; al lado de la injusticia. El Vaticano II, Medellín y Puebla reconocen este hecho cuando hablan de Iglesia “santa y pecadora”. Esta afirmación no conlleva enjuiciamiento de las intenciones o de la buena voluntad de las personas implicadas.

9.- La valuación de esa nuestra contribución objetiva (individual, institucional o eclesial) no debe ser hecha simplemente en función del análisis de declaraciones formuladas, de análisis de estatutos, cartas de principio o equivalentes, sino en función del análisis de esas declaraciones, estatutos o principios confrontados con la práctica real y concreta.

10.- Este análisis debe ser hecho en función de principios evangélicos, pero esos principios y criterios no ofrecen, no pueden ofrecer un instrumental de análisis científico, objetivo y preciso.

11.- Para valorar la contribución objetiva de nuestra acción personal o institucional, precisamos echar mano de un análisis objetivo basado en la razón, en la ciencia y en el instrumental disponible, pero siempre manteniendo el Evangelio como criterio de referencia.

12.- No es suficiente cambiar el discurso teológico o social. Para muchos cristianos los encuentros de Medellín y Puebla trajeron tan sólo alteraciones más o menos significativas del discurso, del palabreado. Las palabras de boca son diferentes, pero la palabra de vida continúa siendo la misma.

13.- El mensaje de Cristo no puede ser reducido al nivel de impulsor de una transformación social. Esta afirmación es totalmente correcta. Pero ha sido utilizada frecuentemente como freno, como acusación. Ha sido usada como instrumento al servicio de la ideología del “status quo”. Esa afirmación tampoco justifica la permanencia en un nivel desprendido de fe, porque el mensaje cristiano incluye esa dimensión como una exigencia esencial al propio mensaje. El anuncio del Mensaje que no lleve a esa transformación es un anuncio de Mensaje mutilado.

14.- La separación de los niveles espiritual y temporal es propia de un progresismo liberal; es perfectamente adaptable a cualquier situación opresora. En esta visión, lo espiritual es puramente individual, expresándose como máximo en algunas actitudes de asistencia social, y cuando interesa y no cuestiona la situación social en profundidad, tiene sus expresiones sociales de masa perfectamente aprobadas y apoyadas por el sistema vigente.

15.- La fe es práctica. No se mueve en el nivel abstracto de las ideas. Es opción y respuesta libre a la iniciativa de Dios, a la persona y al mensaje de Jesucristo. Desciende al nivel de todas las opciones concretas de vida individual y social. “No aquel que me dice Señor, Señor..., sino aquél que hace...”

16.- La fe, como la salvación, no es puramente individual e interior, sino eclesial y social (Puebla, 135). Compromete toda la persona y toda la vida en lucha por la construcción del Reino.

17.- Las actitudes asumidas en la vida tienen, queriéndolo o no, dimensiones sociales, políticas e ideológicas. El problema está en la identificación de esas implicaciones. La simple negación de cualquier implicación ideológica o política, no elimina la misma. Esa negativa, en muchos casos, pasa a ser una expresión vacía, o una forma de esconder la implicación ideológica favorable al “status quo.

18.- Los valores y principios cristianos, principalmente en el orden moral y de obrar, pueden ser interpretados a partir de la posición del poderoso, del propietario de tierras, de los patrones, del rico, del empresario de clase alta o media. Esos mismos valores y principios cristianos, entendidos a partir del pobre y del oprimido, llevan a posicionamientos, actitudes, métodos y metas pastorales significativamente diversos.

19.- Jesucristo dio la vida libremente para salvarnos, para mostrarnos concretamente el infinito Amor de Dios, porque “nadie tiene mayor amor que aquél que da la vida por sus amigos” (JO. 15, 13). Murió para mostrarnos el camino de amor y entrega total.

Pero, por otro lado, en las causas históricas de su muerte, en lo que llevó a los hombres del poder (civil y religioso) a querer aplastarlo y llevarlo a la cruz, encontramos un mensaje y un posicionamiento de Jesús que entraba en choque con los poderes constituidos, con el sistema religioso, político y social vigentes. Fue visto como una amenaza al sistema religioso-político-social.

Las acusaciones presentadas como causa de decisión de la condena de Cristo son bastante actuales. Él va contra el orden establecido, contra los principios; Él agita al pueblo; es subversivo.

   Es subversivo                                                   (23,3).

   Él se dice hijo de Dios                                      (Jo. 19.7).

Es blasfemo                                                              (22.71; Mt. 26.65).

No respeta la ley ni el templo                          (Mt. 26,61).

Causa desorden entre el pueblo; es agitador     (23, 5).

Se dice rey; es enemigo del emperador            (Jo. 19,12).

Por eso buscaban una manera de matarlo, porque tenían miedo al pueblo (22.2), pero habían decidido no hacerlo en período de fiestas para evitar la revuelta del pueblo (Mt. 26,5).

De hecho, la actuación y la predicación de Jesús irritaba a los ricos y a los poderosos (tanto religiosos como políticos) y Él no medía las palabras cuando se dirigía a ellos: Tan sólo unos ejemplos: Mt. 15,3-9 / Mt. 16,5) / Mt. 21,22.46 / Mt. 23.1.37 / Mt. 24,32 / Mc. 8, 14) / Mc 11,15,18 / Mc. 12,1,12 / Mc. 12,38,40 / Lc. 11,37,54; Lc. 20, 45-47 / Jo. 5,1,18 / Jo. 5, 41, 47 / Jo. 7, 20, 24 / Jo. 7,28,30 / Jo. 7, 32, 50, 48, 59 / Jo. 9,13,41 / Jo. 10,22,39 / Jo. 11,45,57.

Es verdad que Jesús conversó también con los ricos, pero poniendo siempre las exigencias básicas. La conversión del rico y del poderoso es muy difícil, porque supone la renuncia a la riqueza (Mt. 19, 16) y la transformación del poder en servicio (Jo. 13,1-20).

21.- Y Él anunció que sus discípulos serían igualmente perseguidos en la medida en que fuesen fieles a su mensaje (Mt. 10, 16-20; Mt. 24, 9-14; Mc. 13, 9; Jo. 15, 18, 25).

22. Esto no significa que Jesús haya sido un revolucionario, ni significa que el cristiano tenga que serlo. Pero ciertamente significa que el mensaje cristiano y la coherencia con el mismo, implican actitudes y exigencias bien concretas que no van a agradar nada a los ricos y poderosos.

Significa que cuando hay mucha armonía con los ricos y con los poderosos, en una sociedad dividida, tal vez una parte del mensaje esté siendo diluido o atenuado.

23.- La opción preferencial por los pobres hecha en Puebla implica una conversión fundamental de la Iglesia como un todo, y no sólo de la jerarquía, en un decisión de cambio de óptica. De lo contrario pasaría a ser una simple declaración de amor platónico, inoperante. Cambiaron las palabras. Resta, en muchos casos, el cambio de óptica, de instrumentos, de práctica de vida personal y eclesial. Todos nosotros necesitamos de una conversión profunda.

24.- La Iglesia-Institución también precisa de una conversión. La autoridad en la Iglesia es muchas veces contaminada por el autoritarismo, el poder, la corte y los cortesanos, la aproximación e identificación con las autoridades civiles y militares, la identificación con los ricos y poderosos y con sus intereses, la pompa y los homenajes.

25.- Creo que el Concilio Vaticano II se refiere a nuestro estilo de vida y a todos estos problemas cuando afirma que “las formas de vida religiosa, social y moral de los cristianos pueden ser una de las principales causas del ateísmo, por no revelar la cara auténtica de Dios” (Gs. 19).

26. Expresiones como: “La unidad de los Cristianos”, la “Necesidad de construir una sociedad fraterna”, la búsqueda de “Paz social”, etc., pueden ser entendidas como expresiones de una real aspiración y lucha por una sociedad justa y humana. Pero también pueden ser interpretadas y entendidas –y muchas veces, consciente o inconscientemente, esta es la interpretación subyacente- como paliativo, como pacificación en la injusticia un poco atenuada, como anestesia contra justas aspiraciones de una profunda transformación de las estructuras sociales. Estas expresiones pueden ser utilizadas como instrumentos ideológicos a favor del “status quo”, por mayor que sea el revestimiento evangélico que ellas representan. En el fondo, puede ser una forma de convivir con la injusticia institucional y con la opresión.

27.- Cualquier acción social deja de ser eficaz si no pasa de analizar las causas profundas y estructurales que provocan los fenómenos que se pretende enfrentar. Aunque en el momento no se vean medios de obrar directamente sobre estas causas, es fundamental que ellas sean identificadas, apuntadas y desenmascaradas.

Este análisis de las causas llevará necesariamente a un análisis de las estructuras socio-económico-políticas, y a un análisis de nuestras connivencias con el actual estado de las cosas.

Por ahí se camina hacia la conversión real, hacia la mudanza de óptica religiosa, hacia una visión de fe encarnada.

28.- Por otro lado, ese análisis de causas puede quedar en pura elucubración teórica, puro diletantismo académico. La acción práctica va a confrontar de hecho nuestra visión teórica con la realidad. Cuando el cristianismo coloca la conversión personal como hecho fundamental, está colocando una exigencia de transformación de vida personal, junto con la transformación  de una visión del mundo, y con la lucha por la transformación de la sociedad; junto con la exigencia de una lucha por el Reino de Dios que ya se inicia aquí y ahora, que es don y es tarea.

29.- Tendemos a hablar de Derechos Humanos como derechos humanos del individuo. No resuelve mucho hablar de derechos humanos en ese sentido si, de otro lado, ese mismo individuo es explotado y marginado estructuralmente, económicamente y socialmente por los mismos que proclaman sus “derechos”. Acaban reducidos a una simple proclamación del derecho de explotar, a una proclamación del derecho del mas fuerte, del más vivo, del más violento.

30.- La transición de un Espíritu Personal de Espiritualidad pietista, intimista, a una visión encajada de fe y de oración, es una transición lenta y progresiva. No se muda con simples declaraciones.

Es una transformación “peligrosa”. Se corre el riesgo de abandonar una forma de expresión religiosa y oracional, y pasar a un discurso y forma de expresión de carácter puramente sociológico, con algunas referencias al Evangelio, a la fe, a Jesucristo.

En esa transición es preciso encontrar formas concretas de expresión de oración, de fraternidad, de reflexión evangélica, de comunión.

Por otro lado, esa transición sólo se da efectivamente a través de una práctica diferente, a través de rompimientos específicos con un estilo de vida acomodado, a través de una inserción real o de tomas de actitud concretas en defensa de los oprimidos, al lado de los oprimidos, con los oprimidos.

Si no se da esa práctica diferente, corremos el riesgo de teorizar sobre la pobreza, el Cristo pobre, el Cristo no pobre.

Esos rompimientos son parte esencial del proceso de conversión.

31.- Por otro lado, creo que esta visión teológico-práctica  de la vida, exige una búsqueda intensa de una vivencia espiritual, una experiencia personal de Cristo cada vez más profunda, y un estudio serio tanto de la realidad social como de teología, y principalmente del Evangelio.

32.-    “Quien ama es hijo de Dios y conoce a Dios.

 Quien no ama no lo conoce, porque Dios es amor...

Si nos amamos unos a los otros, Dios vive unido a nosotros” (Jo. 4, 7-11).

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Parte 1ª - CUESTIÓN DE ÓPTICA.

VI – EFICACIA SÍ, EFICACIA NO.

¿Cómo se mide la eficacia de una acción que quiere ser basada en el Evangelio?

Hace algún tiempo que ando dando vueltas a esta pregunta.

Y la vivencia con este pueblo viene tambaleando una serie de conceptos o pre-conceptos que parecían bastante sólidos.

Vamos a ver si consigo compartir algunas de esas interrogaciones que ando rumiando últimamente en busca de una respuesta

El Evangelio sitúa el fruto como medida de calidad de cualquier árbol:

--Que produzca mucho fruto, y vuestro fruto permanezca (Jo. 15,16).

--Por los frutos les conoceréis (Lo. 6, 43-45).

--El árbol bueno da buenos frutos (Mt. 2,10).

Hasta ahí todo bien.

El problema es que nosotros llegamos con nuestra concepción empresarial de la vida y del trabajo, y pasamos a cuantificar matemáticamente los frutos y a medirlos en términos de obras, construcciones, gráficos y estadísticas; en términos de realizaciones concretas y palpables. Como si el Reino de Dios fuese una empresa a ser administrada de acuerdo con los criterios y técnicas de una empresa capitalista.

A veces parece que estamos preocupados con la presentación de la producción; parecemos funcionarios públicos preocupados con los informes y estadísticas a ser presentados ante las autoridades eclesiásticas, ante nosotros mismos o ante el mismo Dios...

Con esto, muchas veces, nosotros que queremos dedicar nuestra vida al anuncio de la Palabra, andamos bastante cerca de la categoría de Empresarios de la Iglesia. Tendemos a buscar nuestra realización, la realización de alguna obra más o menos grandiosa, en la medida de nuestro grado de ambición personal, incluso de “ambición apostólica”.

Por la fuerza de los mecanismos empresariales a que me refería arriba, tendemos a cuantificar matemáticamente la eficacia de la llamada “acción apostólica”. Si es la mayor, tiene que ser mayor, más visible, más impresionante, más eficaz que la menor. Un edificio de veinte  pisos es “mayor” que una barraca de cinc. Un colegio  de cuatro o cinco mil alumnos es “mayor”, más eficaz, más importante que uno de ochocientos.

Un colegio que formó gobernadores, ministros y secretarios de Estado, es apostólicamente más eficaz que un trabajo entre los pequeños. Una universidad de prestigio científico nacional e internacional, es apostólicamente más eficaz que una Asociación de moradores de favela o un Sindicato. Una población de ocho mil universitarios es más importante para la Gloria de Dios que una población de ocho o diez mil favelados.

Pero ¿qué es más eficaz en función del anuncio del Reino?

“Hacer, trabajar, realizar... Obras, trabajos, proyectos, instituciones...”

“Eficacia, eficiencia, planeamiento...”

Y vamos por ahí como empresarios del Reino, buscando los mayores lucros, los beneficios más altos, el aumento del capital del Reino...

El problema, que me parece cada vez más claro, es que nosotros predicamos el Evangelio y lo leemos encuadrado en nuestra mentalidad e ideología burguesa, capitalista, aunque no siempre de manera consciente y explícita.

Digo esto porque hay otra dimensión del mismo mensaje evangélico, también concretizada muy intensamente en la espiritualidad cristiana, a la que dejamos de lado, reducida al nivel de las consideraciones piadosas y meditaciones desvinculadas dentro de un contexto de Retiro Espiritual:

--Los últimos serán los primeros (Mc. 9, 33 ss).

--La semilla precisa morir para producir fruto.

--Los pobres son evangelizados (Lc. 4, 18 ss).

--Quien quiera ser el mayor, sea el menor (Mt. 20, 25; Mt. 18.lss).

--Felices los pobres, los perseguidos (Mt. 5. Lss).

--No llevéis sacola, ni una camisa de más (Mt. 10.5 ss).

--Cuando fui a anunciar a voces la verdad secreta de Dios no usé muchas palabras, ni gran sabiduría... Mi enseñanza y mi mensaje no fueron en lenguaje de sabiduría humana... (1 Cor. 2.1-4).

Estas citas podrían ser multiplicadas “ad infinitum”.

Me parece que todo esto no es simplemente una forma literaria o un juego de contrastes. Hay aquí algo de fuerte y radical en el Mensaje de Jesucristo que nosotros tendemos a neutralizar por medio de sofisticados malabarismos intelectuales y mecanismos psicológicos.

 

 

 

 

 

 

 

 

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