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Batiburrillo sobre Pola de Laviana

Mi madre quiso casarme con uno de la oficina.

En los años cuarenta trabajaba en la oficina de nuestro padre un señor de la Cuenca Minera cuyo nombre no recuerdo, que debía ser por entonces novio de una tal Generosa, y a ambos cantábamos…

“mi madre quiso casarme con uno de la oficina”

Hoy he hallado en un libro de Albino Suárez dos letras de esta canción:

 Mi madre quiso casarme con uno de la oficina,

Y lo le dije a mi madre que lo quiero de la mina

Aunque salga de carbón, que aunque el carbón sea negro

Las pesetas blancas son.

Otra variante dice así:

Mi madre quería casarme con un mozo de oficina

Y yo lo quiero minero, que salga y entre en la mina,

Con el cigarro en la boca, y la lámpara encendida.

=        =          =          =          =          =          =

Si yo fuera picador.

Una tonada asturiana que emociona porque narra un drama que era habitual en la mina asturiana, comienza así:   

Si yo fuera picador –cantaba un guaje en la mina-,

Si yo fuera picador a mi amor le compraría

Un collar de ricos corales engarzado en plata fina…

La letra de esta tonada fue creada por José León Delestal, nacido en 1921 en Ciaño y fallecido en Madrid en 1989 (fue jefe de programación de RN de E), con música compuesta por Falo Moro, que vino al mundo en 1912 en Siero y terminó su terrenal peregrinaje en 1986.

Fue en 1950 cuando El Presi (José González Cristóbal) cantó/recitó por vez primera esta canción cuando  formaba parte de la Compañía Asturiana de Comedias, que dirigía Donorino García y tenía como protagonista  femenina a Rosario Trabanco.

Historia de amor y muerte, fue la canción más difundida, conocida y aplaudida en Asturias en los tiempos más duros del franquismo.

…Y quince años, como quince cartuchos de dinamita,

Con el fuego del grisú ardiendo en la sangre arisca

Por el amor de una moza que de su amor no sabía;

Quince ramas de cerezo floreciendo allá en la mina

Entre un bosque de mampostas, sin pájaros ni sonrisas…

¡Qué sencillo de contar el romance de su vida…!

De su padre picador, la herencia fue bien exigua:

Una lámpara apagada, las huellas de una caricia

Y un reloj que aún marcaba las cinco y media del día

En que el grisú vino al tajo hambriento de sangre vida…

 

Echaste a andar el reloj, la lámpara fue encendida

Y bocamina adelante subiste a la sobreguía

Con el alba en las espaldas y la noche en las puopilas…

“Si yo fuera picador a mi amor le compraría…”

Y el cantar se quebró como un junco en la ventisca…

Y otra vez aquel reloj quedó con las manecillas

Marcando otras cinco y media,

Las cinco y media fatídicas…

Cuatro mineros te llevan a cuestas por la colina:

Cuatrocientos te dan guardia con la lámpara encendida,

Y al pasar por la quintana donde su amor florecía,

La moza dice el cantar, con voz de lágrima viva…

“No me pudiste comprar collar de rojos corales,

Pero pondré el que me hiciste… con las gotas de tu sangre”.

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JOSÉ FERNÁNDEZ GARCÍA-JOVE "Pipo"

Alcalde de Laviana

 

Elogio a un alcalde de la Pola.

A JOSÉ FERNÁNDEZ GARCÍA-JOVE "Pipo", lo hemos citado en el apartado VI de ZAPICO_2018, como hijo de que fue de Víctor Fernández-Mayo González, nacido el 22-V-1889 en Ciaño-Langreo y fallecido el 21-I-1963, que casó con Leonor García-Jove, hija a su vez de  Lisardo García-Jove y Alonso-Hevia

Sobre JOSE FERNANDEZ GARCIA-JOVE, a, conocido como PIPO, trataba así Albino Suárez en su Revista Alto Nalón:

Con Pipo podemos advertir que Laviana está fuera y está dentro, que tanto lo sabemos residiendo en Oviedo, por mor de su función, como en Pola de Laviana, por amor a su tierra. Pipo es José Fernández-Mayo García-Jove, el hombre que más tiempo desempeñó la alcaldía lavianesa, ya que lo hizo desde 1964 hasta 1979. José Fernández García-Jove, como es más conocido por Pipo, al menos en nuestro valle, vamos a permitirnos llamarlo así.

En la revista “Nalón, Punto y Aparte”, en 1973 hablábamos de este personaje al que juzgábamos, con razón, hombre de muchas posibilidades políticas; todo ello reconociendo su valía para desenvolverse en los entramados de la Administración. Seguimos pensando lo mismo, no obstante que Pipo, en este tiempo de masiva llegada de hombres anónimos a todas partes, puestos, estrados y situaciones, ha preferido mantenerse al margen en su trabajo y en sus funciones. No sabemos si juzgará que hay demasiados competidores para las alturas o no lo juzgará; nosotros sí lo juzgamos y ad­vertimos que la mayoría de los que conocemos no le llegan a los corbillones, como se dice en bable. Luego, ante tanto propósito maratoniano de llegar a lo más alto tantos, encontramos en él una honestidad muy poco frecuente en la actualidad que le acreditan como inteligente. Muy inteligente. No entra en ese toma y daca de la política, que aunque sea el arte de lo posible, prefiere soslayarla o que otros sean los divergentes.

Pipo fue alcalde de Laviana durante un periodo considerable: el que va desde 1964 hasta 1979. Así, si él tomó el relevo de José Valdés, Pablo García se lo tomó a él. Pablo García fue el primer alcalde de la Democracia después del período franquista. A Pablo le sucede Arturo Carrio, dos legislaturas, y a Carrio e Ovidio Martínez Morán. De Pipo, de quien hablamos aquí, podemos decir que fue diputado provincial, Consejero del Hospital Provincial de Asturias, así como Presidente de la Comisión de Presupuestos de dicha entidad. Fue asimismo Administrador Provincial del Minis­terio de la Vivienda y Vicepresidente de APEMICA (Asociación de Pequeñas Empresas de Carbón de Asturias), el cual ejerció de Presidente la mayo­ría del tiempo, y fue, que sepamos, distinguido y condecorado algunas veces.

Oviedo, que aglutina la administra­ción de Asturias y mantiene los despachos de las entidades y empresas más significativas, es actualmente centro residente de nuestro convecino. En distintas fechas, Pipo fue Gerente de entidades del Polo de Desarrollo —o de éste mismo—, y fue, en fin, responsable de otras razones sociales de índole diversa.

Un lavianés por encima de todo, un defensor del valle alto del Nalón y un amigo franco y sincero, que, de haber querido, estaría en cúspides más altas dentro de la política del Principado, pues su valía viene demostrada fehacientemente a lo largo de su periplo público, en el cual aún sigue.

Como los factores circunstanciales son los que determinan muchas veces los rumbos de las personas, de Pipo podríamos hablar de un hecho que lo acrisola para entrar en la historia de los sentimientos más nobles y más entrañables conocidos: su amor a la esposa, mujer de la que sabía su destino de oscuridad óptica  y que, a pesar de todo, fue siempre su vocación más permanente, su dedicación más afectiva... No hemos podido resistir referir este párrafo. Pido disculpas a nuestro amigo, pero no suprimo lo dicho. Es nuestro reconocimiento a su nobleza de sentimientos.

Termino: Pipo, esto es, José Fernández García-Jove es otro lavianés merecedor de elogio y admiración. Y que conste en la historia de Laviana; en la historia de sus hombres, que son los que hacen la otra historia.

Artículo escrito y publicado en su revista por Albino Suárez.


 

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LA VIRGEN DEL OTERO. Por Emilio Martínez, poeta de  Pola de Laviana.

Dulce y bella soberana

de Laviana,

madre y reina encantadora,

más pura que la mañana,

más alegre que la aurora,

tras jornadas dolorosas, torno a verte y adorarte;

en ti los ojos y el alma con ardor intenso, fijo;

de país muy lejano he venido a saludarte,

porque soy, Señora, un hijo

que nunca pudo olvidarte.

Yo soy, Virgen, el chiquillo que a las manos y pedradas

hizo estragos en muchachos y frondosas pomaradas;

el que en Carrió, Los Barredos y Blimea tuvo luchas;

el amigo de pendencias y de recios desafíos,

asesino de las truchas

y entusiasta de los ríos,

¡Soy aquél que sostendría contra todo el mundo entero

que no hay Virgen más hermosa que la Virgen del Otero!

Fatigado, peregrino,

con las plantas doloridas por el áspero camino,

seguí el rastro de una estrella

cuyos rayos dibujaban una cara tan hermosa,

que mi pecho parecía

que incesante me decía:

¡Es tu Virgen la más pura y la más bella,

más gentil, esplendorosa,

es la Virgen cuyo rostro placentero

ilumina y embellece la campiña del Otero!

Y aquí estoy, Madre querida,

luminosa, linda estrella de las noches de mi vida,

aquí estoy, puesto de hinojos

admirando el claro brillo de tus ojos,

de tus ojos que son fuente de cariño y de consuelo,

retratando las delicias,

de otro mundo de caricias

que es el Cielo.

Como prueba cariñosa de mis íntimos amores,

corazón, versos y flores

pongo a tus plantas divinas;

si manchas les encontrares,

perdona, que son pesares

de mí corona de espinas.

 

Gran Señora:

bien quisiera con el sol y con la aurora,

y con todos los matices de las cosas siempre bellas,

adornar el regio cuadro de tu espléndida hermosura;

mas bien sé que, aunque tuviera de escogerlos la ventura

cuánto vive y cuánto siente,

cuánto ríe, llora y gime, lo más grande y más sublime

es raquítico y grosero

comparado a los encantos de la Virgen del Otero.

Y, pues, pobres ciencia y arte,

los pasajes y los mundos y los seres,

para sentirte y pintarte

como eres,

ante el rostro que me encanta,

con las frases más sencillas,

te bendigo, Virgen Santa,

de rodillas:

¡Dios te salve, Sulamita, Dios te salve gran lucero,

Dios te salve, Virgen Santa del Otero!

 

LA GERINGOSA ASTUR Y LA GERIGONCIA MANCHEGA

 

PROPÓSITO DE ESTUDIO SOBRE UNO DE LOS BAILES MÁS ANCESTRALES CONOCIDOS.

 

Texto de  Antonio Castejón.

 

Al tratar sobre la genealogía de los ZAPICO, al principio, mencionábamos este baile lavianés.

 

Recuerdo, de mi niñez, ver bailar en La Pola de Laviana la danza de nombre La Geringosa, cuya letra dice:

Que la quiero ver bailar, saltar y brincar,

dar vueltas al aire, con la GERINGOSA de un fraile,

con su GERINGOSA:

por lo bien que lo bailas, hermosa, busca compaña... 

Salga usted, Don José, que lo quiero ver bailar,

saltar y brincar, dar vueltas al aire,

con la GERINGOSA de un fraile,

con su GERINGOSA.

Por lo bien que lo bailas, hermosa, déjalo solo, solo, solo.

 

GERINGOSA es término del bable, que equivale al castellano «JERIGONZA» y su significado es el que sigue:

A.- Lenguaje difícil de entender.

B.- Lenguaje de mal gusto, compli­cado y difícil de entender.

C.- Acción extraña y ridícula.

D.- «ANDAR EN JERIGONZAS» equivale a «ANDAR EN RODEOS O TERGIVERSACIONES MALICIOSAS».

 

¿Qué significado tiene la locución «geringosa de un fraile», en la canción lavianense?

No lo sé. Quizás aluda al signifi­cado marcado arriba con una -C-: «ac­ción extraña y ridícula», indicando la to­nada que debe bailarse al estilo desgarbado con que lo haría un fraile, pre­sumiendo a éste, por su profesión, po­co airoso para tal menester.

 

Dábamos, pues, por seguro que la Geringosa era baile astur y polense, hasta que topamos con un libro descriptivo del cancionero musical de LA MANCHA, con el comentario siguiente incluido en uno de sus capítulos:

 

«COREOGRAFIA DE JERINGON­ZAS:     Este baile es de los más conoci­dos por toda la región manchega, es­pecialmente en las comarcas vinícolas, como Tomelloso, Valdepeñas, Manza­nares, Alcázar de San Juan, Campo de Criptana, Socuéllamos y otros muchos.

Suelen bailarlo, por regla general, en el campo, cuando están descansan­do los campesinos, de modo singular en la recolección de la vendimia. En El Romeral (Mancha Toledana) se baila de la siguiente manera:

Primeramente lo hace una pareja, mozo y moza, sin cantarlo. Después, al repetirlo, se queda la moza sola bai­lando y cuando los cantores dicen las palabras “esta es la jerigonza de un fraile...”, la pareja citada empieza a bailar hasta llegar a las palabras “Déje­la usté sola”. Entonces el mozo se qui­ta y queda sola la bailadora, y al decir los cantores “que busque compaña”, la moza saca al mozo que ella quiere de entre la cuadrilla que presencia el ani­mado baile, quedando después el mo­zo solo al decir los cantores “déjele us­té solo”, y así sucesivamente, estando horas y horas hasta que quieren cortar el baile.»

 

Vamos a recordar la forma en que según Emilio Torner se baila la Gerin­gosa en Asturias, y que coincide exac­tamente con la manera en que se eje­cutaba en La PoIa cuarenta años lar­gos atrás:

 

Dice Emilio TORNER sobre la GE­RINGOSA:

«SE EJECUTA DEL MODO SI­GUIENTE: colocados en círculo hom­bres y mujeres, sin que sea precisa una distribución alternativa, comienzan a cantar, acompañándose con un golpe de palmas en cada parte del compás. En el centro del círculo se encuentra ya de antemano una persona, hombre o mujer, la cual ejecuta un baile de movi­mientos sencillos: da un pequeño salto a cada golpe de palmas, llevando los brazos en alto y produciendo con los dedos un sonido que imita el de las castañuelas. Al decir los cantadores “busca compaña”, el bailador designa a una de las personas que forman el co­rro, avanzando ésta hacia el centro del círculo, a la vez que los cantadores dicen “salga usté, don José” (igual si es hombre que mujer). Al cantar el verso “déjalo solo” (o “déjala sola”, si se refie­re a mujer), abandona el centro del cír­culo el primer bailador, uniéndose al corro. Queda bailando sola la nueva persona y se repite la diversión en igual forma.”

 

Pues realmente no hay diferencias esenciales entre el sentido dado a la danza en Asturias y en La Mancha.

 

Veamos ahora la letra que adorna la danza en La Mancha, por compararla con el cantar asturiano, que ya ha quedado reflejado arriba. Una versión Manchega dice: 

Esta es la jerigoncia de un fraile con su jerigoncia.

Baile usté, baile usté, baile usté

que la quiero yo ver de saltar

y blincar y dar güeltas al aire.

Por lo bien que lo baila esa moza

déjela usté sola, que siga bailando.

Baile usté, baile usté, baile usté,

que la quiero yo ver de saltar

y blincar y dar güeltas al aire.

Por lo bien que lo baila esa moza que busque compaña.

Por lo bien que lo baila esa moza que siga la danza.

Que salga usté, que la quió yo ver

saltar y blincar y dar güeltas al aire...

 

Poca o ninguna variación hallamos en el significado de la letra en las ver­siones astur y manchega. En la música sí existe diferencia entrambas regiones.

 

GERINGOSA  -  JERIGONZA – JERIGONCIA.

 

ORIGEN ETIMOLOGICO Y SIGNIFICADOS

 

Corominas. Dicc. crítico etimológi­co de la lengua castellana.

 

JERGA: «lenguaje especial, difícil de comprender, jerigonza».

 

Jerga deriva del oc antiguo GERGON, que a su vez se tomó del francés antiguo JARGON o GERGON, dialectalmente GARGON, primitivamente «gor­jeo de los pájaros», derivado de la raíz onomatopéyica CARG-.

 

JERIGONZA, sinónimo castellano de JERGA, se decía antiguamente GIRGONZ, y deviene del oc antiguo GER­GONS (caso recto de GERGON), con­fundido en España con otra palabra de origen y significado distintos, GIRGON­CA: «jacinto, piedra preciosa». Éste procede del francés antiguo JARGONCE, el cual a su vez resulta de la alteración que, por influjo del francés antiguo JARGON: «piedra preciosa de un amarillo rojizo» (tomado del árabe ZARQUN), sufrió el francés anti­guo JAGONCE: «jacinto» procedente en última instancia del griego.

 

Hagamos un gráfico, en intento de ver con más claridad.

-(1) CARG- (r. onom.).

-(2) JARGON-GERGON-GARGON: francés.

-(3) GERGON: OCcitano ant.

-(4) JERGA: castellano.

-(1) OARG- (r. onom).

-(2) JARGON-GERGON-GARGON: francés.

-(3) GERGON: OCcitano ant.

-(4) GERGONS: OC.: caso recto de gergon.

-(5) GIRGONZ: castellano antiguo.

-(5) JERIGONZA: castellano.

-(6) ùáxivOoc (¿?): griego.

-(7) JAGONOE: francés antiguo.

-(8) ZARQÚN: árabe.

-(8) JARGON: francés antiguo.

-(8) JARGONCE: francés antiguo.

-(a) GIRGONCA: OC. antiguo.

En castellano, por confusión popular:

-(b)    GIRGONCA = GERGONS: OC ant.

-(5)    GIRGONZ: castellano/antiguo.

- (5)   JERIGONZA: castellano.

 

Y SIGAMOS CON ANTIGÜEDAD DE LOS TÉRMINOS Y CITAS EN QUE SURGEN.

 

A fin de cuentas la JERGA y la JERINGONZA fueron, son y serán el pan nuestro de cada día, y lo mismo encontramos muestrario de ellas leyendo a VICTOR HUGO...

 

Libro séptimo de la cuarta parte de Los Miserables, en traduc­ción al castellano de alguien que no debió quedar muy satisfecho de su labor, pues su nombre no consta en el libro. Sería curioso tener a mano un MISERABLES en francés, por ver los términos de esta jeringonza de ladrones en tan melodioso idioma.

—¿Hay algún cab (1) en el jardín? —preguntó otro.

—No lo sé. En todo caso he acabelado (2) una bolita que le ha­remos jamelar (3).

—¿Tienes pasta, para romper la clariosa (4)?

          (. . .)

—Tanto mejor...  No goleará (5), bajo la sorda (6), y no cos­tará tanto ciselarla (7).

 

Siendo (1) jab-perro. (2) acabelado-llevar, (3) jamelar-comer, (4) clariosa-ventana, (5) goleará-chillará, (6) sorda-lima y (7) ciselarla-cortarla.

 

Y así sigue su relato Víctor Hugo (o, mejor diríamos, su ignoto traductor), con términos tales como “bizcocho” por “cosa imposible”; “maquilar” por trabajar; “churí” por navaja; “calés” por cuartos; “lúas” por francos, “duqueles” por doblones...

 

Tumbándonos de nuevo a descansar a la vera de nuestro camino, podemos releer esta reflexión que el autor de Los Miserables hace en las páginas que hemos elegido por mor de la jeringonza:

 

“En el primer amor se toma el alma mucho antes que el cuerpo; más tarde, se toma el cuerpo mucho antes que el alma, y algunas veces no se toma el alma en absoluto; las Faublas y los Prudhomme añaden: “porque no existe”; pero este sarcasmo es por fortuna una blasfemia.”

 

¿Qué opinas, lector? ¿Te parece certero este pensar?

 

Nuestro admirable pilarense Don Ramón Pérez de Ayala no se quedaba atrás a la hora de incluir en sus textos términos de la je­ringonza o jerga bable-astur. Y como muestra, un botón:

 

De “Tigre Juan”. Dícele Nachín de la Nacha a Tigre Juan...

 

—“¡Ajajá! Eso quería oírte. Ya estás solo, sin hijo postizo ni cria­da ladrona. Ya puedes campar por tus respetos. Nada te ata. Suelto estás. Jabalino eres. Madriguera dañosa tendrás en pobla­do. No demores aquí. ¿Quién hay enredor tuyo, de tu trato y concordancia? Ven conmigo al Campillín. Apartado vivo allí de bu­llas; no lejos de la ciudá y metido en la aldea. No bien saco la pa­ta de mi umbral, asiento la madreña en un país encantao, mano a mano con les ánimes y creatures del otro mundo, que es muy bue­na sociedá; respóndote de ello. Tú no compriendes el encanto del cuquiello, ni crees en las xanas, y el trasgo, y el duende, y la hues­tia, y la santa compaña. Fías, en cambio, y crees en los hombres. ¿No te desengañaste todavía? Dícesme que todos aquellos espí­ritus que yo veo con mis güeyos y oigo con mis oreyes, endetro de regatos y bosques, o bien se posan en el tejao de mi casa, o en­tran por el cañón de la chimenea; dícese que son na más que sombras de inorancia. Sombras, na más que sombras, son todos estos hombres y muyeres que nos arrodean. Convenceraste. Ven conmigo al Campillín. Tú, como yo, silvestre naciste. Yo, vieyo ya. Tú, vas pa vieyo. Lobos de la misma camada. Cabe el llar, plati­cando de los años floridos, tornarémonos mozos”.

 

Anotación a este texto:

¡Hay que quitarse la boina ante Don Ramón! ¿Es posible mayor dominio del léxico castellano? ¿Dónde hallar mayor perfección en el decir? Su prosa es música celestial. Y si nos vamos al contenido de su parloteo, ¿no encie­rra su obra —mirémosla reflejada toda ella en este simple párrafo aquí reproducido— toda una completa filosofía del humano ser? Cuando a la mente nos viene Ayala, resulta difícil espantarle.

 

Mirad lo que, como parte de larga perorata, nos dice su personaje PEDRO LOPE FRANCISCO GUILLEN EURÍPIDES (que todos ta­les nombres poseía por paterna voluntad), Don Guillén en suma, sacerdote e hijo de Apolonio, en el capítulo IV de la novela “Belar­mino y Apolonio”:

—“Pero debo darle una explicación. Así como en el Estado hay delitos artificiales, en la Iglesia hay pecados artificiales. Son deli­tos y pecados artificiales los actos que no lastiman ni menoscaban la justicia o el dogma (ejes, respectivamente, del Estado y de la Iglesia), pero que contravienen y desobedecen ciertas disposicio­nes disciplinarias, accidentales, pasajeras. (...) El Estado concede de buen grado la libertad de ideas (el pensamiento no delinque), pero no transige con la libertad de acciones, porque romperían la disciplina. La iglesia es intransigente en materia de ideas y tolerante en materia de acciones: sólo el pensamiento pe­ca. Todos los pecados por monstruosos que sean reciben absolu­ción en el confesionario: pero la más mínima duda del confeso en materia de fe nos impide absolverlo. Ahora bien: como todo esto es de sentido común, debe permanecer en secreto para los que no tienen sentido común, sean clérigos, sean seglares...”

 

Lazarillo de Tormes:

La Xeringonza de ciegos,

La Vergamasca de Italia,

la Gascona de la Galia,

y la Antigua de los Griegos...

...Son lenguas que dicen dominar el cautivo Madrigal.

 

Narrando su pasado, dice Pedro de Urdemalas:

Fuíme y topé con un ciego

a quién diez meses serví,

que a ser años, yo supiera

lo que no supo Merlín.

Aprendí la jeringonza

y a ser vistoso aprendí.

 

En El Quijote leemos:

“No entedían los caballeros aquella geringonza de escuderos y de cavalleros. Todo esto para los labradores era hablarles en griego, o en geringonza”.

 

Y así dejamos el tema. Mis bendiciones y perdón de todos sus pecados para quién aquí hubiere llegado. Merecido bien los ha.

 

Antonio Castejón. Este texto ha sido publicado por Castejón  en la revista ALTO NALÓN – TEMAS DE ASTURIAS.

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AMULETOS ASTURES y VASCOS.

     

Dice una enciclopedia asturiana que la cigua es un amu­leto protector, hecho generalmente de azabache y usado es­pecialmente para proteger a los niños del agüeyamiento, aunque también es muy útil para defenderse de otros males.

«Es la cigua un amuleto...». Y del amuleto podemos de­cir que es algún objeto que defiende de males externos a quien lo lleva. Conviene que lo diferenciemos con claridad del Talismán y del Fetiche.

En Asturias tenemos diversos tipos de amuletos, entre ellos la cigua.

En Euskadi, se llama kutun al amuleto en general.

“Cigua”, en castellano, es un árbol lauráceo ( = parecido al laurel) propio de Las Antillas. En Cuba llámase así a un ti­po de caracol, y en Honduras a cierto ser de leyendas y cuentos infantiles.

Cigua se llama en Asturias a una «piedrina de rayo». Se creía por nuestra tierra que cuando caía un rayo se metía bajo la tierra, saliendo al cabo de siete años convertido en piedra, teniendo ésta la propiedad de librar de los peligros de futuras tormentas. Se cogían piedrinas desprendi­das de tal piedra, y se colgaban al cuello o a la muñe­ca. Posteriormente, muchos siglos adelante, se pasó a colo­car la cigua también a la puerta de las casas, o de las cua­dras... o en otros diversos lugares, aparte de seguir llevándo­la colgada al cuello o muñeca.

No creo que tengamos derecho a reírnos de estas ancestrales creencias... pues aunque el hombre avance en conocimien­tos científicos, sigue teniendo, en lo esencial, el alma igual a la de su prehistórico antepasado. Iguales miedos... iguales deseos... iguales dioses, aunque revestidos todos en forma distinta.

Ahí tenemos a la juventud actual con sus ciguas de cue­ro al cuello o a la muñeca... y ¡qué incómodos se sienten si un día olvidan en casa su amuleto!... Dan por perdido un examen si tal cosa les ocurre...

¿Y esos arillos de metal que los mayores llevamos, con­vencidos de que nos protegen de mil males?

Volviendo a lo nuestro, vemos que la cigua astur es una piedra, roca o carbón... y ahora —1995— cuero o tela.

En Euskadi, en cambio, el kutun es un saquito cuadrado de tela, que contiene en ocasiones un papelito con palabras de los Evangelios, y que se lleva colgado del cuello por un cordón. También —en ciertas zonas— contenía cintas de colores tomadas a los santeros, siendo éstos los encargados de cuidar las ermitas, que recorrían los caseríos pidiendo limos­na para su trabajo, y llevaban adornos de cintas coloreadas. Y trocitos de éstas tomaban los aldeanos para incluirlas en saquitos y hacer kutun.

En otras zonas euskaldunes, el contenido del saquito era una mezcolanza de laurel, ajenjo, oliva, romero, ruda y ceniza de carbón. Creían —o creen aún— en Cegama que al acercarse el diablo a un niño defendido con tal kutun, huía raudo di­ciendo:

                                            Erruda ta apio oni ezin naikio.

                             O             sea:

                                            Ruda y apio: a éste no le puedo.

En Euskadi se metía —o se mete— en el saquito: pan bendito, estiércol de gallina (bonita combinación) y ceniza de carbón. El saquito tenía forma de corazón. Ya a principios del siglo XX por el que aún bogamos, se extendió la costumbre de hacer los kutun con ceniza de carbón de castaño.

Y dejamos ya Euzkadi indicando que el kutun de que ve­nimos hablando se aplicaba casi exclusivamente a la defensa contra el agüeyamiento o beguizko.

Hemos visto que Amuleto y Kutun en el fondo son igual cosa. Las variaciones de forma y contenido —Asturias, pie­dra; Euzkadi, bolsita con diversidad de objetos— carecen re­almente de importancia.

Volviendo a la tierra bendita por Dios y a sus kutun siem­pre sólidos, de piedra, conviene dejar constancia de que en ciertos lugares se les llama “piedra de la culiebra”, por servir para curar las mordeduras de reptiles, o bien “piedra de la le­che", por curar las inflamaciones de mama con sólo restre­garlas con élla.

Y como curiosidad, digamos que en algún perdido luga­rejo es la “piedra de la culiebra” porosa-azulada, estando for­mada por la concreción de la baba de siete culiebres juntes. Simpática. Agradable. Buen desayuno.

Pero vamos a volver de momento a la cigua, kutun y amuletos en general. Volvemos para concluir narrando cier­tas variaciones que de ellos se dan, aunque sólo en algunos lugares dejados de la mano de Dios. Hay en Asturias un talis­mán (o sea que no es amuleto, por ser éste, cual ya dijimos, exclusivamente defensivo, al contrario del talismán) muy cu­rioso: la “Yerba del Picu”, también llamada “del Picu-Pau”. Hervi­da, su fervidillo remedia la ronquera... tomándolo 22 días se­guidos, en ayunas y arrodillado ante un Cristo, previo rezo de 33 credos.

Esta Yerba del Picu forma parte del «medicamentazo» que tan sabiamente nos recomienda la tradición astur, con versos —no sé si anónimos o con autor conocido— que di­cen así:

Esi mal que tú tienes, Carmen o Manuela,

no son bulbes, que ye la cervíguera.

Y si quiés ponéte buena y sana,

tomarás lo que en la mi mano quepa de fueyes

d’arto albar, pimientos verdes,

y de gocho de un año nueve cerdes;

la yerba del colantro, la del picu,

raspiadures de casco de un borricu,

con la yerba cabrera,

les pates de una ternera,

aceite de la llámpara, panizo,

el incienso del cirio pascualizo,

malva montés, el perexíl morisco,

manzanes de carbayo o de llentísco,

basalicón, llantaina y unto de oso,

los pelos d’un furíon y d’un raposo

y echaréislo a cocer en un puchero

con aceite y con suero;

colaréislo dempués por una toca,

y echáislo nueve veces por la boca...

Y veamos cómo se relaciona la Yerba del Picu con el “páxaru carpinteru”, también conocido como picatueru, picachu o picu-pau. Este vive en cavidades de roca o árbol. Si se le cie­rra la entrada de su covacha, coge una yerbi­na del picu-pau con su pico (no hay más remedio que re­dundar), toca con la yerbina las piedras, y éstas saltan rotas en mil pedazos.

Y como fin de medios de defensa contra peligros, tene­mos el hecho de que para alejar éstos —las tormentas y otros— en la prehistoria se lanzaban a dar alaridos y meter todo el ruido posible. Se usaron después las campanas de las iglesias... y hoy los mozos, para alejar los malos espíritus, tentaciones o deseos imposibles que por cabeza o cuer­po les atacan, usan igual método: se meten en una discote­ca, o, lo que es peor para nosotros, en  su habitación, y po­nen música “a cien”, dejándose llevar a danza rápida y llena de contorsiones... exactamente igual que hacía el hombre prehistórico.

En algunas campanas que de la antigüedad se conser­van, podemos ver inscripción que atestigua ser cierto lo ante­dicho:

Vivos voco

mortuos plango

fulgura frango.

O          sea:

Llamo a los vivos

lloro a los muertos

deshago los rayos.

La cigua astur se remonta largo en el tiempo. En el Mu­seo Pilarense pueden verse dientes y conchas con agujeros para pasar cuerda o similar y colgarlo así —suponemos— al cuello, habiendo sido hallados estos objetos en cuevas prehistóricas.

En posteriores castros (campamentos; acampadas) célticos, se encontraron arracadas (aretes con adorno colgan­te), brazaletes, anillos, collares. Amuletos todos.

Para acabar con estos objetos defensivos —realmente sólo hemos tratado el tema muy superficialmente— hemos de hablar forzosamente de la “figa o puñesín”, pues éste es el amuleto más dado en Asturias (la belleza sublimada), el más típico y propio de nuestra región.

La “figa” o “puñesín” es de azabache (un tipo de lignito), marfil o coral. Se pone a los niños en cuello o muñeca, prio­ritariamente para evitar sean agüeyados.

Es esencial a la “figa” -sin ello no lo sería- el tener la forma de un puño cerrado (de ahí lo de “puñesín”), entre cuyos dedos índice y mayor apare­ce el pulgar... siendo éste el gesto que antes y ahora la gente (cierta gente) hacía y hace en forma simulada cuando se cru­za con algún sospechoso de tener poder para agüeyar.

La figa o puñesín ya aparece en dólmenes y castros celtas.

Y, viajando por el pasado hasta Roma, era allí el símbolo de la Dea Mater, siendo ésta «el conjunto de fuerzas de la naturaleza que protegían contra los malos espíritus».

NOTA FINAL.— Como prueba de que amuletos, talisma­nes y fetiches siguen teniendo actualidad, podemos leer en prensa de hoy este anuncio:

«LA CRUZ DE CARAVACA... Cruz milagrosa. Bastará que la lleve colgada para comprobar cómo cambia y mejora su vida. Cuando desee algo, tómela entre sus dedos y formule su deseo pronunciando estas pala­bras: “Dat mihi gratiam. In beato omnia beata”. Esta cruz de Caravaca es un símbolo de salvación que concentra influencias benéficas de la energía telúrica que emite la tierra y las fuerzas magnéticas; apartará de Vd. todo peligro, todo mal y toda amenaza, propor­cionándole felicidad en su vida».

La misma firma que anuncia esto hoy, viene promocionando en semanas anteriores otros amuletos, tales como una mano, una moneda, un péndulo, una herradura con siete cla­vos, un trébol, una llave, otra cruz, un buda, una pirámide, un elefante, un tronco, una mariposa y un cuerno mágico. Pie­zas todas que tienen poderes (cada una, distintos) tales como conseguir dinero a espuertas, salud a prueba de médicos de la S.S., capacidad para enamorar al instante a mozo o moza, etc. Y siempre por el módico precio de 3.000 ptas

Antonio Castejón.

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