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 Juan de Echevarría y Zuricalday.

 

Hijo de gran empresario y afamado Pintor.

 

Ver su ascendencia y familia en los apellidos Echevarria y Zuricalday, en Genealogias Bascas de esta web.

 

Texto tomado de la obra Juan de Echevarria (1875-1931), editado por la Fundación Mapfre Vida; Madrid, 2004.

En su capítulo titulado “Perfil biográfico”, de Verónica Mendieta.

 

1875-1901

En pleno casco viejo bilbaíno nace Juan de Echevarría y Zuricalday el 14 de abril de 1875, en el seno de la que será una familia numerosa de trece hermanos, perteneciente a la alta burguesía vasca. Hijo primogénito de Federico de Echevarría Rotaeche y Martina Zuricalday Eguidazu, es bautizado en la catedral de Santiago.

Desde su infancia es educado con la mirada puesta en Europa, ya que su padre, un destacado empresario bilbaíno, ha decidido formar a su hijo no sólo con el objeto de delegar en él algunas de sus empresas, sino fundamentalmente para codirigir el negocio familiar en el sector metalúrgico. Tras sus estudios en el Colegio de San Nicolás, es enviado a cursar el bachillerato en el Liceo Francés de Angulema y, a continuación, viaja a Oxford para aprender la lengua inglesa. Su carrera universitaria se centra en la ciudad alemana de Mittweida, donde obtiene el título de Ingeniero Industrial, con posteriores prácticas en Bélgica y Francia.

Al igual que en su etapa estudiantil, no descuida en la medida de lo posible su formación cultural, interesándose desde su juventud por la filosofía y la literatura europeas, sin abandonar en absoluto su estrecha vinculación con la música. Durante su estancia en Alemania recibe clases de armonía y composición musical, y en Bilbao acude a clases de solfeo con el profesor Martínez Villar.

En los albores del nuevo siglo, regresa a su ciudad natal, donde su padre toma la resolución de consolidar la empresa familiar, convirtiéndola, con la participación de sus dos hijos mayores, Juan y Luis, en la sociedad "Federico de Echevarría e hijos S. en C”. Durante esas fechas, su destino parece bastante perfilado, con la mirada puesta casi únicamente en la dirección de la fábrica de Castrejana, de la que es secretario general de Administración, al mismo tiempo que pone a punto la Sociedad Hispania de alumbrado en Cartagena. Su padre, además de pertenecer al círculo empresarial bilbaíno, es una figura relevante dentro del Partido Liberal. Su amistad con el entonces presidente del gobierno español, Segismundo Moret, y con el Conde de Romanotes, le lleva a fundar en 1910 el Partido Liberal de Vizcaya, que preside durante más de una década.

En 1901, Juan de Echevarría participa en la fundación de la fábrica metalúrgica más importante de España, Altos Hornos de Vizcaya, representando en las negociaciones a una de las factorías fusionadas de propiedad paterna, La Iberia.

1902

En realidad, a pesar de ser un momento en su vida con intensa actividad profesional e inmejorables beneficios, será recordado por el artista con especial desencanto. La prematura muerte de su madre, reconocida melómana en el ambiente musical bilbaíno, durante una audición musical en el Teatro Arriaga le provoca tal convulsión interior que viene a aflorar de inmediato su reprimido anhelo de convertirse en artista. En poco tiempo se lanza, sin aprobación alguna, hacia su secreta y verdadera vocación, la pintura.

En su ciudad natal, su primer maestro es el pintor Manuel Losada, quien, pese a haber vivido a finales del siglo diecinueve la experiencia parisina en plena expansión del movimiento impresionista, se ha mantenido en una línea ciertamente tradicional. Acude con frecuencia a su estudio abuhardillado, donde se entrega intensamente al dibujo y se inicia en el género del retrato a través de personajes de la vida marginal bilbaína recogidos de la calle, si bien es cierto que sus modelos preferidas suelen ser las gitanas, trabajadas con marcado carácter y rasgos acentuados, y en ocasiones ataviadas con bellos mantones de Manila.

En el ambiente bilbaíno asiste con frecuencia a la tertulia del café Lyon d'Or, estableciendo amistad con Miguel de Unamuno y Leopoldo Gutiérrez Abascal, entre otros. Y dentro de los círculos artísticos se relaciona con los creadores más vanguardistas del momento, como Guiard, Iturrino o Regoyos, quienes acostumbran a colgar sus propios cuadros en el conocido Kurding Club. Además, su innegable inclinación hacia la música le lleva a ser también asiduo de otro pequeño club bautizado con el sobrenombre de "El cuartito", donde comparte con sus amigos numerosas veladas musicales.

1903-1905

A finales de 1903 se traslada a vivir de forma definitiva a París, alquilando un pequeño y moderno apartamento en la calle Alfred Stevens. En su etapa parisina mantiene una fluida correspondencia con su amigo Leopoldo Gutiérrez Abascal, hermano del futuro crítico de arte Ricardo Gutiérrez Abascal, más conocido por el seudónimo de Juan de la Encina. A su llegada se pone en contacto con el escritor suizo Fierre Paul Plan, a quien retratará en más de una ocasión, y con el crítico de arte Charles           Morice, quien se mueve dentro del círculo de los nabis y es amigo de Gauguin. El pintor Francisco Iturrino es su primer acompañante por el efervescente escenario parisino, donde acontece una verdadera revolución en el arte a nivel mundial. Abandona sus primerizos postulados estéticos para iniciarse de manera autodidacta en una nueva trayectoria pictórica, aunque de forma lenta y cautelosa. Por estas fechas conoce también al escritor vasco Pío Baroja, con quien comparte reuniones de escritores y artistas en París.

1906-1908

Durante su estancia parisina frecuenta el estudio del escultor Paco Durrio, al que le unen afinidades estéticas y a cuyas correcciones presta especial atención. Se traslada al barrio de Montmartre, en el número 123 de la calle Caulaincourt, en el que ha vivido con anterioridad Toulouse-Lautrec. Este bohemio enclave del movimiento artístico es el lugar de encuentro de la colonia de artistas españoles en tertulias de café o en animadas cenas que celebran en sus casas.

Se hace alumno de la academia Rodolphe Julián, centro privado con un estilo de enseñanza menos académico que otros públicos, a la que también han asistido el pintor Serusier y algunos miembros del grupo nabi, así como el propio Matisse, célebre impulsor del movimiento fauve.

1909

Se casa con la rumana de origen francés Enriqueta Normand Böer, cuyo padre, un ingeniero francés, había sido trasladado por motivos profesionales a la fábrica rumana de Shell.

Viaja al pueblecito pesquero de Ondárroa, en la costa vizcaína, donde pinta uno de sus viejos puentes con las lanchas y barcos de vela que discurren bajo su arco central; también allí dibuja, con enérgico trazo, a los pescadores y sus mujeres, y representa a una típica familia del lugar en el óleo titulado La merienda vasca. Por estas fechas descubre, así mismo, el pueblo burgalés de Pampliega, un paraje que encierra una visión esencial de Castilla la Vieja, símbolo de la España regeneracionista. •

1911-1912.

Nace su primer y único hijo, José, coincidiendo con su estreno parisino en el Salón de Otoño, en el que cuelga cuatro obras, una de ellas, el busto de Pierre Paul Plan, cuya calidad pictórica es destacada por el conocido poeta y crítico Apollinaire.

En Bilbao nace la Asociación de Artistas Vascos (AAV) tras su escisión del primitivo Círculo de Bellas Artes. Desde su creación es un miembro activo dentro de este grupo pionero del arte moderno español, uno de los focos, junto al catalán Les Arts i els Artistas, de la renovación artística en nuestro país durante las primeras décadas del siglo XX. La apertura de su propia galería en la capìtal bilbaína conduce a que expongan periódicamente todos sus miembros y a menudo son invitadas las figuras más representativas del arte español y extranjero.

Al año siguiente, 1912, el artista repite la experiencia expositiva del Salón de Otoño, recibiendo de nuevo una elogiosa crítica de Apollinaire, esta vez en relación a su retrato de Cayetano Cervigón. Este comentario tiene una influencia positiva en la crítica de arte y la prensa españolas, uno de cuyos efectos es la aparición de esta obra ilustrando una de las páginas de la renombrada cultural vasca Mermes.

1913

El galerista francés Paul Rosenberg, dueño de su propia galería en la avenida de la Ópera, le elige junto a Durrio y a otros seis reconocidos artistas extranjeros, entre ellos Maurice Denis, con el fin de formar un pequeño grupo y establecer una serie de acuerdos con vistas a una futura relación de marchante. Este mismo año, Rosenberg selecciona dos naturalezas muertas de Echevarria para exponerlas en el Salón de Otoño.

En Barcelona muere el pintor asturiano Darío de Regoyos, motivo por el cual se celebra en su honor una exposición en el Museo de Arte Moderno de Bruselas, organizada por el círculo de la Libre Esthétique. Dentro de la representación española, Echevarria participa con tres óleos de naturalezas muertas.

1914

Ante el inminente desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial, decide su regreso definitivo a España. En apenas unos meses, seguramente siguiendo los consejos de su amigo Iturrino, viaja a Granada, donde escoge para alojarse la pensión Alhambra, un carmen situado en pleno barrio del Albaicín. El hallazgo de la intensa luz del Sur supone un notable cambio en su paleta, que acoge una gama más caliente y apuesta por un más alto registro de color. Sus modelos son únicamente de raza gitana, pese a que, frente a sus retratos, surge la incomprensión por parte de la crítica de arte, que no acierta a descubrir el valor expresivo de su pintura.

De vez en cuando asiste a los cafés-cantantes, y en concreto lleva al lienzo el café Novedades de Sevilla, emblemático local donde actúan las mejores bailarinas y cantantes de la época, como Raquel Meyer o Imperio Argentina.

Al final del año, su amigo el escritor bilbaíno Miguel de Unamuno, con quien mantiene correspondencia escrita, es destituido por el gobierno español de su cargo de Rector en la Universidad de Salamanca, lo que desata una polémica dentro de ámbito educativo nacional.

1916-1917

Tras su estancia en Granada de poco más de un año se dirige a Ávila, genuina representación de Castilla la Vieja, una ciudad que contrasta en todos los sentidos con la sureña y a la que acude en busca de una experiencia más espiritual. Aquel recio paisaje le produce una atracción especial que se refleja en su inmersión en el color azul, tratado dentro de lo que él mismo denomina "armonías en tono menor", y en su plasmación en el lienzo de la sobriedad de este ambiente rural. Así, pinta a algunos campesinos provistos de una extraordinaria fuerza psicológica, tal como se contempla en el busto del Serrano o en distintas figuras del mundo marginal de ese entorno, como es el caso de El paria castellano.

Su primera exposición en solitario tiene lugar en enero de 1916 en la Sala de la Asociación de Artistas Vascos en Bilbao, donde cuelga treinta y cuatro obras y diversos dibujos de Ondárroa. Esta muestra se traslada a continuación al Salón del Ateneo madrileño.

La misma Asociación de Artistas Vascos inaugura, en noviembre de este año, una exposición colectiva que reúne, en el Palacio del Retiro de Madrid, quinientas obras pertenecientes a las distintas ramas del arte, obteniendo una gran proyección en la prensa de la época. El pionero grupo de la vanguardia artística española incorpora nuevos aires de modernidad dentro del ambiente en buena medida trasnochado que domina en la capital.

A propósito de unos comentarios peyorativos en torno a las figuras de los artistas franceses Gauguin y Cézanne por parte del crítico de arte José Francés, Echevarría sale en su defensa con dos extensas cartas publicadas en la revista España, elogiando la pintura de estos dos maestros del postimpresionismo.

Al término de este mismo año, la Asociación de Artistas Vascos es también invitada de excepción en las Galerías Layetanas barcelonesas. Echevarría, que vuelve a colgar la mayoría de las obras recientemente exhibidas en Madrid, es, junto a Iturrino, el artista más valorado, del que se subraya su calidad en el manejo del color.

1918

Establece su residencia en Madrid y, en la recién nacida revista España (1915-1924), inicia con Pío Baroja su galería iconográfica de escritores españoles, algunos de ellos miembros de la Generación del 98. Con el literato donostiarra intercambia opiniones literarias, pictóricas y musicales, en una fluida relación que perdurará a lo largo de toda su vida. Baroja llega incluso a solicitar a menudo su juicio literario antes de publicar sus novelas. De entre todos sus amigos escritores, él se convertirá en su modelo más retratado, con quien, además, mantendrá una continuada correspondencia, perdida durante la guerra civil.

Otras conocidas efigies de esta época son la de su amigo el poeta Luis García Bilbao, promotor de la revista España, el retrato inacabado del poeta andaluz Juan Ramón Jiménez, la de su compañero el pintor Francisco Iturrino, con una cabeza grave de melancolía, o el ensimismado busto de su primo Vicente Bayo Zuricalday.

En su estancia en la capital madrileña asiste de manera asidua a la tertulia de El Gato Negro, que gira en torno a la figura de José María Soltura, un personaje de gran erudición que reúne habitualmente entre sus tertulianos a numerosos intelectuales como Unamuno, Valle-Inclán, Maeztu, Ortega y Gasset, García Bilbao, etc., y cuyo grupo constituye, además, un pequeño consulado de la colonia bilbaína en la capital madrileña.

En estas fechas se convoca el I Congreso de Estudios Vascos en la localidad de Oñate, una iniciativa de la sociedad Eusko-Ikaskuntza puesta en marcha para cubrir la inexistencia de una universidad vasca. Uno de sus primeros frutos a corto plazo es la creación de la Sociedad de Estudios Vascos, cuya función primordial será la de velar en adelante por el desarrollo de la cultura vasca. Dicho Congreso contará con la asistencia de Echevarría y de numerosas personalidades del mundo de la cultura española.

1919

El ambiente artístico español se conmueve ante el prematuro fallecimiento del escultor catalán Julio Antonio. Un dibujo al carboncillo realizado en su lecho de muerte por Echevarría es portada de la revista España y forma parte de la recién inaugurada I Exposición Internacional de Pintura y Escultura en Bilbao. Dicha muestra, patrocinada por la Diputación de Vizcaya, llega a congregar a buena parte de los más relevantes artistas del sector renovador nacional, así como a destacadas figuras del ámbito internacional. Desde el principio, para esta iniciativa se plantea la constitución de un jurado que escoja la obra de los mejores artistas, dividiendo la exposición en dos secciones únicas, de pintura vasca y de pintura nacional e internacional. Entre los artistas vascos, Echevarría, que participa con sala propia, resulta el creador mejor valorado por todos los miembros del jurado. Entre su obra expuesta se escoge el óleo El paria castellano y el busto del Serrano para formar parte del patrimonio del Museo de Bellas Artes de Bilbao. En los próximos días se le ofrece una cena-homenaje en el Club de la Sociedad Bilbaína, presidida por el escritor Ramiro de Maeztu, a la que se adhieren conocidas personalidades del ámbito cultural español. Como consecuencia del éxito de la muestra, la Asociación de Artistas Vascos celebra un banquete en el Casino de Archanda, en el que se destaca su valiosa labor como impulsora y coordinadora de la exposición. A la buena acogida del público vasco a esta primera Exposición Internacional se suma la publicación de dos libros significativos en torno al arte vasco: La pintura vasca, que contiene artículos de Ortega y Gasset, Eugenio d'Ors, Baroja, Valle-Inclán, Maeztu, Mourlane Michelena, Juan de la Encina y Salaverría, y La trama del arte vasco, del crítico Juan de la Encina, centrado en el estudio de todos los artistas que conformaron la primera vanguardia del arte moderno vasco.

Como mero ejemplo de la repercusión que logra la actividad de la Asociación de Artistas Vascos en otras provincias españolas cabe señalar que, a raíz del gran interés suscitado por su importante muestra celebrada en 1921 en Zaragoza, se forma la Asociación de Artistas Aragoneses, siguiendo el ejemplo del grupo vasco.

1923

En febrero de este año tiene lugar su más importante exposición individual en el madrileño Salón de los Amigos del Arte, con la peculiaridad de que su catálogo está introducido por una singular "Glosa literaria" de Ramón del Valle-Inclán. La muestra presenta un largo recorrido a través de sus distintas épocas -parisina, granadina, abulense-, pero lo más novedoso y sobresaliente radica en los retratos de sus amigos escritores noventayochistas y en sus extraordinarias naturalezas muertas. En concreto, el óleo de Ramón del Valle-Inclán con poncho es adquirido por el coleccionista madrileño Rodríguez de Bauza, aunque con la promesa de que a su fallecimiento pasaría a formar parte de la colección del Museo de Arte Moderno de Madrid. Entre la galería de retratos dedicados a esta generación también sobresale el del escritor alicantino Azorín, con un fondo de las murallas de Ávila, el retrato de cuerpo entero del escritor alavés Ramiro de Maeztu y el busto de su amigo el escritor donostiarra José María Salaverría.

Como colofón de la exposición se le dedica una cena-homenaje en el restaurante Fornos, presidida por el escritor Enrique Diez Cañedo y con la asistencia de lo más granado de la vida intelectual española.

En junio de este mismo año, la exposición, tras ser solicitada por la Junta de Cultura Vasca, se traslada a la Sociedad Filarmónica de Bilbao. Junto al artista, es invitado Ramón del Valle-Inclán, que pronuncia una conferencia improvisada en torno a la pintura de Echevarría. La presencia del escritor gallego suscita enorme curiosidad en la sociedad bilbaína, y la prensa vasca recoge su paso por diversos pueblos de Vizcaya, elegidos por su estrecha vinculación con la temática de su próximo libro acerca de las guerras carlistas. 1925

Con la inauguración del Salón de Artistas Ibéricos el 28 de mayo en el Parque del Retiro de Madrid se logra un trascendente paso hacia el afianzamiento del arte español contemporáneo. Todas las ramas de la cultura del país se unen para conformar la Sociedad de Artistas Ibéricos, en cuya organización participa Echevarría, uno de los firmantes de su Manifiesto. En plena madurez, expone siete lienzos en la Sala XIII, junto al pintor andaluz Cristóbal Ruiz, y, entre los cuarenta expositores convocados, es considerado como un precursor de las nuevas tendencias, en el seno de una muestra de carácter eminentemente plural. Sin embargo, divergencias posteriores a la exposición entre los artistas jóvenes y maduros dan al traste con esta iniciativa, que no volverá a tener vigencia hasta el año 1931.

1926

A finales de este año se celebra su última exposición individual en España, en la que sus obras comparten espacio con los esmaltes de su amigo Ricardo Arrúe. Exhibe en el Salón de los Amigos del Arte de Madrid treinta y cuatro óleos, mayoritariamente floreros y naturalezas muertas. Si bien, entre los retratos, sobresale el óleo de la Mestiza desnuda, apodado La China o La Venus amarilla por su aspecto oriental, así como el expresivo semblante del periodista Luis Bello y el busto del escultor Paco Durrio. En este mismo salón es invitado a pronunciar una conferencia sobre el desarrollo del arte occidental desde el siglo XIX hasta comienzos de la nueva centuria, donde ofrece una visión no demasiado optimista ante el porvenir del arte contemporáneo.

1927-1928

El escritor donostiarra José María Salaverría le organiza su última exposición individual en la galería Witcomb de Buenos Aires, cuyo catálogo acoge textos deValle-Inclán, J. Espina, Juan de la Encina y del propio Salaverría. Sus treinta y ocho lienzos expuestos son valorados de manera favorable por los principales diarios nacionales argentinos. Años antes, el público de este país ya había tenido oportunidad de aproximarse a su obra a través de un extenso artículo escrito por el periodista Luis Araquistain, ilustrado con dos conocidos retratos, uno de Baroja y otro de Valle-Inclán.  

Durante este período se hacen frecuentes sus viajes a las rojizas tierras de Pampliega, donde su paleta se aligera y su cromatismo se vuelve más luminoso. Comienza su serie de gitanas rusas, conocidas por sus marcados rasgos orientales, y pinta familias de gitanos, algunas de cuyas figuras aparecen simplemente abocetadas.

Al año siguiente se conmemora el centenario de la muerte de Francisco de Goya con la inauguración de una exposición antológica en el Museo del Prado y otra de grabados en el Salón de los Amigos del Arte. Echevarría, estudioso y admirador de la obra del genio aragonés, es invitado por la Residencia de Estudiantes a ofrecer una conferencia sobre la pintura del maestro bajo el título "En torno a Goya". En estos mismos días publica dos extensos artículos en el periódico El Sol acerca de "El españolismo de Goya".

1929

El exilio de su amigo Miguel de Unamuno en la localidad vasco-francesa de Hendaya, justo al otro lado del Bidasoa, le impulsa a pasar una larga temporada en la finca de su cuñado, Rafael Picavea, en el pueblecito guipuzcoano de Oyarzun. Su deseo de retratar al escritor le lleva, casi a diario, a un hotel cercano al hotel Broca, donde, en una habitación convertida en estudio, lleva al lienzo algunos de sus últimos retratos, uno de los cuales será el emblemático lienzo de grandes dimensiones titulado Retrato de Unamuno, donde éste aparece con una cuartilla en la mano. El literato vasco, con quien también comparte en esta época tertulias de café, le dedica el poema de su Cancionero que, fechado el 19 de noviembre de 1929, se publicará bajo el encabezamiento: "A Juan de Echevarría (mi pintor)".

1930-1931

Al regreso de Unamuno tras su exilio, Echevarría le organiza, en su casa de Madrid, una fiesta de bienvenida a la que asisten Araquistain, Negrín, Prieto y numerosos dirigentes de la inminente Segunda República española.

Durante estos días se publican en el periódico El Heraldo de Madrid diversos artículos del pintor acerca de la lastimosa situación en la sobreviven ciertas instituciones como las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes y el Museo de Arte Moderno.

Con el nacimiento de la Segunda República en julio de 1931, Ignacio Zuloaga es nombrado presidente del Museo de Arte Moderno y Juan de la Encina, vicepresidente. Entre los patronos de la Junta provisional es designado Echevarría —que también es propuesto para dirigir el Museo del Prado-, pero apenas tendrá tiempo de impulsar ningún proyecto de adquisición en el seno del museo.

Asistiendo a un partido de fútbol de la final entre el Athletic de Bilbao y el Betis sufre un ataque cardiaco que, en pocos días, provoca su repentino fallecimiento el 7 de julio de 1931, cuando cuenta con cincuenta y seis años. La muerte en plena madurez de quien es considerado uno de los más activos luchadores por la modernidad artística de nuestro país provoca una gran conmoción dentro del mundo cultural español.

 

Texto tomado de la obra Juan de Echevarria (1875-1931), editado por la Fundación Mapfre Vida; Madrid, 2004.

En su capítulo titulado “Perfil biográfico”, de Verónica Mendieta.

 

 Antonio Castejón.
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